La percepción, el tiempo y el encuentro con el otro son las principales inquietudes que el artista trabaja en su obra.

Texto: Emilia Avendaño Granados
Fotografía: Paloma Torres / Obra: Cortesía

Dibujar lo invisible. Darle un lugar a lo que no se puede ver. Jugar con los vacíos, con los silencios. Cuando el lenguaje queda corto y faltan las palabras, el arte puede decir lo que la razón omite. Las carencias que presenta la comunicación verbal en todas sus formas, más que ser obstáculos para la transmisión de ideas, son una entrada a las infinitas posibilidades que existen para compartir pensares.

La obra de Adrián Guerrero, artista de Guadalajara, está estrechamente relacionada a la filosofía. Se interesa por la condición –particularmente humana– de encontrarnos en una penuria constante, en una falta casi permanente. Toma temas como la percepción –con todas sus limitaciones–, el tiempo y el encuentro con el otro, y les da un lugar físico en el espacio. Son principalmente esas las inquietudes que el artista trabaja en su obra y la reflexión que va en torno a ella.

Nuestra percepción no siempre capta todo lo que hay frente a nosotros. Hay cosas que no se alcanzan a ver a simple vista, pero no por ello desaparecen o se van.

Bajo esa idea surgió ‘Imperceptible’, obra que inicialmente fue un paisaje en movimiento, paisaje que perdió todas sus formas al ser capturado en larga exposición, lo cual da la impresión de borrar lo que había frente al lente. Es la representación del tiempo barrido, de todo lo que no vemos y, sin embargo, sigue ahí, presente.

Podemos ver el paso del tiempo, pero no una manifestación fija y permanente del mismo.

La serie ‘Minutos dibujados’ busca, justamente, representar el tiempo en el espacio; lo toma y lo dibuja mediante líneas amorfas de tinta negra sobre el papel, tinta que va dejando trazos aleatorios que no tienen más sentido que el de acumular la duración del tiempo en el que han sido plasmados. ‘Minutos dibujados’ le da cuerpo a algo que no lo tiene.

‘Morar’ no sólo ocupa un lugar en el espacio, sino que genera otro en sí mismo. Los vacíos que nacen de la sustracción de volúmenes invitan a pensar en las posibilidades que podrían ocurrir en ellos. Si lo vemos desde una perspectiva corpórea, como encuentros entre diferentes personas, podríamos reflexionar de otra manera sobre lo que significan esos vacíos y esas ausencias. ¿Acaso dejamos algo de nosotros en los demás? ¿Hay algo de los demás en mi persona? ¿Podemos volver a ser lo mismo que éramos antes de convivir, antes de vivir con el otro? ‘Morar’ es habitar un lugar, pero también la posibilidad de ser habitados.

Guerrero es Arquitecto y Filósofo por el ITESO. Su obra forma parte de Louis Vuitton Foundation, Museo de Cerámica de Manises (Valencia) y CERCO (Aragón) en España, Colección UdeG y MAZ en Jalisco, (México), entre otras. Ha participado en exposiciones individuales y colectivas en varias ciudades del país, así como en España, Reino Unido, Estados Unidos, Venezuela, Singapur, Corea, Italia, Alemania y República Dominicana.

Instagram: @adrianguerrero