Nunca se dio por vencida. El cáncer le enseñó a Anahí que la enfermedad puede ser una bendición disfrazada de tragedia. Ella convirtió el enojo en una lección de vida y hoy comparte con los demás su espíritu optimista.

Por: Mario Preciado (IG: @mariopreciado_)
Fotografía: Diego Torres (IG: @torres8168)

Lo fascinante de las historias de supervivencia es que se cuentan a partir de la experiencia y desde la vulnerabilidad; sin embargo, en el caso de Anahí Thomsen, intervino también el ser agradecida. Anahí venció el cáncer en dos ocasiones, aprendió a ser una guerrera de armadura inquebrantable y no quiso desaprovecharlo para apoyar a otros. En entrevista, compartió con MAXWELL algunos de sus emprendimientos filantrópicos que le han marcado la vida, puesto que cuando profundizó en la gratitud, comenzó a recibir las señales de lo que habría de hacer.

Conoció a una mujer cuya hija falleció a causa de cáncer linfático. La señora la invitó a unirse al voluntariado de una asociación creada por ella para honrar la memoria de su hija. A través de ésta, brindaban alimentos a indígenas y personas de escasos recursos económicos que llegaban al Centro Estatal de Cancerología de Durango, uno de los centros mayormente especializados en la República Mexicana en términos de atención de Leucemia. En esa época, Anahí radicaba en aquella entidad, uno de los 22 estados del país en los que ha vivido a causa de su trabajo como ingeniero industrial.

“Conocí gente con una sabiduría infinita, personas que te abrazan con el alma, que te enseñan a agradecer (…) Entonces, empecé a hacer cosas maravillosas, había que ayudarlos; un proyecto me fue llevando a otro”.

Anahí es cofundadora del albergue Mi Casa, también en Durango, donde apoyaba en la atención de mujeres y niños en situación de cáncer y enfermedades crónico degenerativas. “Fue un proyecto que involucró a una sociedad completa”, refiere. Actualmente, lidera equipos de jóvenes que se caracterizan como payasos y que acuden a los centros hospitalarios a brindar apoyo terapéutico.

“El pasado aporta, el futuro importa, pero la vida sucede en el presente”.

Anahí Thomsen

Asimismo, es fundadora y directora de la Red Nacional Altruista para Donación de Sangre, que apoya a los bancos de sangre a mantener sus inventarios, lo cual es difícil –explica– porque no existe la cultura de donación en el país; sin embargo, hacen uso de redes sociales para crear células de apoyo en diferentes estados.

“Yo nunca me puse una fecha de caducidad…”.

Anahí Thomsen nació en León (Guanajuato), ciudad a la que regresó a vivir hace seis años. Tiene dos hijas adolescentes y disfruta realizar caminatas y leer cualquier tipo de tema, aunque su pasión más grande es la maternidad. Se casó a los 22 años, un año después fue diagnosticada con cáncer terminal, pero no se rindió, puesto que estaba enamorada profundamente de su esposo y nunca dudó de sus ganas de vivir.

Hoy ve el cáncer como un gran maestro, como una bendición disfrazada de tragedia. Su experiencia con la enfermedad la comparte a través de su libro ‘Una cabrona con suerte’, cuyas utilidades se destinan al Centro Estatal de Cancerología de Durango, beneficiando a pacientes de todo el país.

En lo profesional, es fundadora de Díaz & Thomsen Consultores, despacho de consultoría en la que además de trabajar la parte industrial, sistemática, contable y mercadológica de las empresas, aborda el desarrollo de asociaciones civiles. A la fecha, ha logrado intervenir en cerca de 60 asociaciones de todo México.

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