Ambas, hija y madre, emprendieron un proyecto que las une aún más y les permite seguir desarrollándose.

Por: Mario Preciado (IG: @mariopreciado_)
Fotografía: Diego Torres (IG: @torres8168)

Acertadamente dice el dicho que con las crisis llegan las oportunidades. Algo similar sucedió con Cristina Loza y su mamá, la artista plástica Angélica Muñoz, cuando iniciada la pandemia decidieron emprender juntas un proyecto que las unió aún más como familia y que las consolida como equipo de trabajo.

Instalada en el rancho, en un ambiente por demás apacible, la señora Angélica continúa pintando, pero no sólo sobre tela, ha evolucionado su obra llevándola a sombreros de distintos materiales y estilos, plasmando en ellos lo que sus clientes le encomiendan. La idea fue de Cristina, educadora de profesión, quien quiso diversificarse a propósito de la vorágine que vive el sector educativo.

Una historia entre oleos y bastidores

Angélica comenzó a pinar a los 18 años de edad, asegura que ya suman cuarenta de trayectoria, y no puede dejar de hacerlo. En sus inicios tomó clases con varios maestros, practicó pintura, grabado e incluso cerámica. Recuerda que lo primero que realizó fueron algunos dibujos, dice, sin mucha técnica; aunque a lo largo de su trayectoria ha prevalecido la pasión desbordada por seguir produciendo.

Lo mismo pinta paisajes, que bodegones o figura humana, sacando el máximo provecho al óleo. “No puedo dejar de pintar porque si lo hago, me deprimo. Es casi como si me quitaran la piel (…) Es el escape de muchas cosas emocionales y mi terapia ocupacional”, asegura.

Para Cristina, emprender este negocio fue una manera de no estancarse, hacer algo diferente y promover el trabajo de su mamá. Al proyecto lo nombraron Sombrearte, y cosiste en que quienes adquieran un sombrero pintado a mano, se lleven un objeto único y personalizado. Son sus clientes quienes además de decidir qué sombrero prefieren, determinan qué es lo que estará pintado en él.

A través de un catálogo digital muestran los modelos disponibles, los hay de vinipiel, de yute o gamuza. A continuación, interviene la magia pictórica de Angélica. A la fecha ha pintado caballos, colibríes, magueyes, flores y demás motivos. Confiesan que los sombreros cobran a partir de entonces un valor emocional para quienes los compran, pues aquello que decidieron que se pintara, muchas veces tiene un significo personal y profundo.

“EL OBJETIVO ES QUE LAS PERSONAS DECIDAN QUÉ PLASMAR EN EL SOMBRERO. ES TENER ALGO ÚNICO Y PERSONAL QUE PUEDES TRAER CONTIGO EN TODOS LADOS” – Cristina Loza.

En el proceso, Cristina ha tenido que aprender de comunicación y fotografía, es un proyecto que le demanda experimentar áreas en las que no había incursionado. Ambas tienen como objetivo a futuro colocar los sombreros para la venta en espacios físicos; asimismo, seguir dando a conocer la marca y exportar.

Angélica, ¿cómo defines el éxito?
“No es llegar, sino más bien es el camino. Es todo lo que vas aprendiendo”.

Cristina, ¿qué representa para ti ser mujer?
“Es entender adónde puedes llegar. Ser mujer es ser lo que tú quieras ser; es también hacer comunidad entre mujeres. Puedes lograr todo lo que te propongas”.

Instagram: @sombrearte.mx