Danco es un artista que funde la forma y el contenido en pocos centímetros de formato. Su obra ha sido expuesta en Surinam, Florida, París, Nápoles, Beirut, Ámsterdam, Bogotá, Berlín y México.

Texto: Carolina Cázares
Fotografía: a.k.a.

Cuando el arte irrumpe en la mirada de los espectadores, no sólo por su técnica sino por lo que transmite, es el momento de observar la obra de Danco Robert Duportai. Este artista plástico, cual quimera pictórica, ha demostrado que el arte y el tiempo también se pueden plasmar a través de unas grapas.

Para quienes no lo conocen todavía, Danco es un joven cubano de veintidós años con la convicción de que, gracias a sus manos, puede narrar frágiles recuerdos por medio de la pintura. Atraído por el arte desde su niñez, el Museo de Bellas Artes de Cuba y el programa de televisión La Otra Mirada, serían sus primeros maestros.

El Renacimiento, el Modernismo y la belleza de las imágenes conquistarían el corazón de Danco, para abrir paso a una evocación mística del tiempo en vilo, el tiempo creativo y el tiempo real. “Cada pincelada viene desde lo más íntimo de mi ser. Es una conexión entre mi mente y mi mano, a través de ellas narro historias, creo imágenes y evoco”.  En sus obras −impactantes por la naturaleza de su soporte− se aprecian imágenes de tres a cuatro centímetros que captan vibraciones, sensaciones e inestabilidades.

Gracias a su expresionismo minimalista, Danco comunica mediante los detalles la grandeza de la memoria humana. A manera de instantes, las obras transmiten una sucesión de mini escenas que cautivan, enamoran y conquistan un terreno que se divide entre la fuerza de la búsqueda de lo bello y la fragilidad de una reminiscencia.

Danco se ha caracterizado por desarmar con paciencia aliviadora los dogmas establecidos e irrumpe con una propuesta moderna: pintar sobre grapas. “Necesitaba un elemento que me permitiera pintar sobre él y distorsionarlo”, menciona Danco. Por eso, sus cuadros se asemejan a una metáfora de la memoria: distorsionada, obsesiva y frágil.

Danco desafía la eternidad del arte para pintar sobre las piezas de las grapas, dotando a su obra de la concepción de sempiterno movimiento; de esta forma, sus piezas se arman y desarman para conformar una nueva obra con un significado diferente. Danco, en definitiva, otorga con su arte la sensación de la fuerza y la fragilidad en un mismo espacio. Permite que el espectador y el artista le confieran un significado y valor diferente a cada pieza.