Visitamos al maestro Díaz en su taller y galería para conocer sus motivos e inspiraciones a propósito de la exposición colectiva del Centro Cultural México Plaza (Puerta Bajío) en la cual participa.

Redacción: Mario Preciado (@mariopreciado_).
Fotografía: Diego Torres (@torres8168).

El maestro Fernando M. Díaz es uno de esos hombres que cuentan sus anécdotas entre referencias históricas. Lo mismo conoce de poetas que de pintores, filósofos y políticos. Su obra se instala en lo abstracto, pinturas y esculturas que dialogan acerca de la esencia humana y los eventos sociales que la han marcado. ‘Vengo de una generación de donde los artistas tenían algo que decir en lo político’, sentencia.

Afincado en Fábrica La Aurora, en San Miguel de Allende, se encuentra el taller y galería del artista, donde su gatita se pasea queriendo robar atención ante quienes llegamos ahí para la entrevista. Lo consigue. Pronto el maestro nos acompaña para mostrarnos el rincón donde conserva los premios y distinciones que ha recibido en su trayectoria, allí mismo tiene recortes de periódicos y revistas que lo han publicado. Después, la invitación a tomar una copa de vino y degustar los aperitivos, que quienes trabajan con él prepararon amablemente. Notamos una bondad táctica en su trato. Su ropa asoma brochazos de pintura, como una extensión de un lienzo que se niega a subsistir únicamente en el bastidor.

“Friso Número 3”, acrílico sobre papel hecho a mano.

En su taller, penden los cuadros que desarrolla para una exposición que pronto llegará a Puebla. Nos instalamos y comenzamos la plática. Zazil Há, la princesa maya del cacicazgo de Chactemal, es el centro de las obras que el maestro Díaz está trabajando exprofeso para Puebla, obras que de algún modo se relacionan con Guatemala.

“La imaginación todos la tenemos; o es pobre o es rica”.

Y es que Gonzalo Guerrero, esposo de Zazil Há, es para el maestro Díaz un héroe al que poco se le ha reconocido el cariño que tuvo por los mayas, cultura que se extiende desde el sureste mexicano hasta aquel país. De éste último, retoma sus textiles y el propio mestizaje para llevarlos también a su nueva serie de pinturas.

“Marka”, acero al carbón.

Díaz vivió sus primeros años entre el muralismo y el nacionalismo mexicano, escuchando las composiciones de Giuseppe Verdi y las recitaciones de su padre. Durante su juventud vivió en Centroamérica, eran los tiempos de la revolución y la dictadura en Nicaragua, lo cual lo orilló a regresar a México, donde decidió matricularse a La Esmeralda. Allí se introdujo al arte mexicano. Pertenece a una generación de talentosos artistas a los que, asegura, les ha ido bien.

Originario de Orizaba (Veracruz), hoy pasa sus días viviendo y produciendo obra en San Miguel de Allende, ciudad que reconoce como un refugio de artistas, con una sociedad sensible y pluricultural. Es allí desde donde ha visto los azotes que ha dejado la reciente pandemia, una que nos tomó por sorpresa, dice, pero que no debió haber sido así. ‘Mi abuelo perdió a toda su familia en veinte días en España, crecí con ese relato, pero creí que era algo que habíamos superado. Mi generación creía en la ciencia, en el socialismo, en la igualdad de las personas… y me tomó por sorpresa. He perdido mucho, pero para eso sirve la historia’.

“5780”, acrílico sobre lienzo.

Y qué mejor ejemplo de salir avantes que lo sucedido con Francesco Petrarca, nos refiere; el poeta escribió, dice el maestro, “en días así”. Él perdió a su gran amada Laura en la peste negra de 1348, “y si él pudo escribir esos poemas de amor y si nos dejó el petrarquismo –como lo llamamos–, nuestra tarea es fundar la esperanza y volver a escribir historias de amor”.

Instagram: @fernandom.diaz_artstudio.