Por: Darío Modotti | Fotografía: Andrés Hernández

La suma de talento con pasión dan como resultado el éxito que Jimena Arzate ha encontrado en la cocina

Un platillo es una porción de mundo que expresa armonía, felicidad, belleza, poesía, magia, cultura; en él existe la suma de ideas aderezadas con la pasión de quien lo hace. Jimena Arzate descubrió que el arte de cocinar va más allá de una receta, es la posibilidad de crear la placentera experiencia de disfrutar algo auténtico.

La cocina estuvo presente en su vida desde la infancia, sus padres siempre tuvieron negocios pequeños relacionados a la gastronomía, donde pudo aprender la magia de crear sabores extraordinarios, incluso en los platillos más comunes. Al crecer, comenzó su vida laboral en la venta de alimentos y tuvo la firme intención de estudiar gastronomía, por diversas adversidades tuvo que estudiar Psicología, misma profesión que desempeñó como profesora; sin embargo, la vida la puso de nuevo en el camino de la cocina donde explotó los conocimientos que encontró en la cotidianidad de su hogar.

Inició trabajando en un restaurante donde llevó la administración, esto le abrió las puertas de la confianza en sí misma y donde conoció a algunos miembros de su actual equipo de trabajo con los que generó una mancuerna de amistad y lazos profundos. Tiempo después esto se volvió la suma de visiones para un nuevo comienzo en el que se independizó para seguir un sueño propio.

Una taza de café fue el inicio de su mayor proyecto personal: Sin Fronteras. Tras sus visitas recurrentes a distintas cafeterías, le era imposible encontrar un lugar que le ofreciera todo lo que buscaba, así que, decidió crear un espacio que uniera todas las virtudes necesarias para brindar a los clientes el mejor servicio. La idea se expandió y emprendió un negoció más grande aún: un restaurante.

Fue formando a su equipo con la idea de tener cocina técnica y de fusión con algunos acentos que la volverían sofisticada. Sin embargo, se encontró con la inquietud de los visitantes extranjeros buscando gastronomía mexicana, fue así como decidió aventurarse a ofrecer una versión nueva de los sabores nacionales. El mayor reto al que se ha enfrentado junto con su equipo, es probar a la gente la excelencia de su trabajo, porque al ser muy jóvenes se encontraron con barreras de censura por las personas mayores.

Tras asumir la idea de que menos es má, surgió el nuevo concepto de Sin Fronteras, dándole un cambio drástico a su vida, donde ella pudo crecer y escuchar todas las voces de su equipo que al sumarse dieron como resultado el éxito de su restaurante.

Desde ese momento persiguió el cambio constante para no verse estancada. Jimena da libertad de decisión a su chef para poder explotar su creatividad, responde a las necesidades del mercado, rompe lo convencional, acerca a sus comensales platillos auténticos que generan placeres inigualables, refleja la esencia de una cocina sin límites, donde la pasión es el sello de la casa.

La mayor satisfacción la encuentra en el reconocimiento de la gente que los visita. Crece a la par de sus clientes, siendo parte de los acontecimientos importantes de cada uno de ellos. Forma un vínculo que va más allá del simple hecho de comer, volviéndose en cada ocasión una experiencia. Jimena no ve su restaurante como algo monetario, lo encuentra como el sitio donde, día a día, ella y su equipo entregan todo de sí mismos para crecer juntos, ofreciendo un nuevo concepto de comida. Se siente dichosa al ser parte del éxito de las personas que trabajan con ella y de compartir un sueño.

Jimena continúa trabajando en el proyecto que ha materializado después de un arduo trabajo, generando magia a través del sabor de Sin Fronteras. Siempre en constante cambio, aprecia ser parte del eco de la cotidianidad de aquellos que los visitan y los vuelven parte de una memoria que encontró en lo convencional. Es el placer más exquisito.