Cuando sonríes te ves bonita y llenas de luz la obscuridad. Tu ímpetu que ve siempre por el otro es contagioso.

Redacción: Katy González (@katyglezz).
Fotografía: Especial.

Eso y más provoca tu magia de ser mujer, esa energía que sólo tú desprendes y que hace que sucedan cosas inimaginables que sólo tienen una explicación: el amor, la energía más poderosa para cambiarlo todo.

Todas estamos formadas por energía masculina y femenina; el ying y el yang. La masculina nos lleva a la estructura, al orden, a la racionalidad y a la materialización; la femenina, nos permite cuidar, sentir, percibir, escuchar, brindar, apoyar, dar, sembrar y nutrir; ésta última, nos lleva a buscar lo que deseamos. Es importante que respetemos el proceso y el cambio de conciencia de cada una, sin competir o comparar. Debemos aprender unas de otras.

La palabra ‘sororidad’ ha generado eco y se ha convertido en una especie de himno entre las mujeres, y es que no nos guía a ser las mejores amigas, pero sí nos orienta a la empatía, al apoyo, a la acción y a la protección. La sororidad nos hace sentir acompañadas en un mismo ideal, cada una desde su sitio buscará llegar con sus formas, su experiencia y nivel de conciencia.

La magia de ser mujer es esa inspiración para hacer cosas diferentes. Nuestra voz, incómoda para algunos, pero motivación para muchas, resuena con más fuerza. Estamos en una época de cambio, en la que nuestra energía brilla más, en la que nuestros pasos hacen que retumbe el piso, en la que nuestros gritos ensordecen un sistema completo y nuestra valentía se fortalece desde un ideal de libertad en común.

Toma con fuerza la mano de la mujer que está a tu lado. Juntas acabemos con esa idea de que ‘el peor enemigo de una mujer es otra mujer’, creencia impuesta desde nuestra niñez con un único fin: mantenernos separadas. ¿Sabes qué pasará el día que hagamos lo contario? Todo.

Nosotras podemos ser esa luz de amor y esperanza para las nuevas generaciones, esa luz que impulse a dejar el miedo atrás, que permita generar cambios, que sea el incentivo para ayudar a otra mujer, a dejar de juzgarla y a alegrarnos por sus éxitos, aunque no la conozcamos. Sólo así, mujer, nuestra energía vibrará por todos los rincones del mundo. Ese día, todo será posible.