El ballet le ha enseñado a María Zavala de responsabilidad, pasión y disciplina, por ello es que pretende que la danza la acompañe por mucho más tiempo en su vida.

Por: Mario Preciado (IG: @mariopreciado_)
Fotografía: Diego Torres (IG: @torres8168)

Decir que se ha practicado la danza por 15 años parece fácil, pero hacerlo implica no sólo el esfuerzo físico, sino también el compromiso y tenerse que replantear prioridades. Tal es el caso de la bailarina María Zavala, quien nació en Ciudad de México hace 24 años. Alguna vez pensó la posibilidad de estudiar Danza como carrera profesional; sin embargo, se decantó por el Diseño Gráfico, lo cual la tiene feliz. Esto no fue condicionante para alejarse del baile, por el contrario, hoy lo sigue practicando y es una pasión que le gustaría seguir explorando por mucho más tiempo.

A lo largo de su vida ha experimentado con distintas disciplinas: tap, hip-hop, jazz y ballet, las dos últimas son las que más ha desarrollado y las que más le gustan. Actualmente, le dedica hasta seis horas a la semana al ballet. Desde que tiene uso de razón, asegura, su mamá la metió a clases de dicha disciplina, aunque también estuvo en gimnasia y patinaje artístico.

María, quien por muchos años se ha formado en la academia Dance Makers, nos explicó qué implica practicar ballet. “Requiere de muchísimas cosas aparte de ejercicio; se necesita disciplina y constancia, buena alimentación y tener una vida responsable (…) No sólo entrenar cierta cantidad de horas sino muchas otras cosas más”. La preparación física, complementa su respuesta, debe incluir ejercicios de fuerza y flexibilidad.

“EL BALLET ME HA TRAÍDO MUCHAS COSAS: DISCIPLINA CONMIGO, CON MI CUERPO, EN MI VIDA Y EN MIS TIEMPOS”.

¿Qué le ha aportado la danza a tu vida? –le preguntamos–. “Soy una persona superperfeccionista y el ballet es el baile más perfeccionista (…) No sé si lo soy a raíz del ballet o me gusta el ballet porque soy perfeccionista”. Respecto a esa rigurosidad, María contrasta el ballet con el hip-hip, en ésta última, el bailarín suele ser libre de aportar diversos estilos; por el contrario, el ballet es estructurado y en cierta medida inalterable.

“Me ha traído muchas cosas: disciplina conmigo, con mi cuerpo, en mi vida y en mis tiempos (…) También me ha hecho ser una persona superdeportiva y nunca seré alguien que no tenga una dieta balanceada”, añade. La danza le ha permitido, también, desarrollar habilidades para trabajar en equipo, ser tolerante y comunicarse asertivamente.

Son diversas las corrientes en las que se puede especializar una bailarina de ballet; pero, coincidentemente, ella se ha formado en prácticamente todas las academias en las que ha estado al estilo de la escuela cubana. Y, para aquellas niñas y niños que quieran adentrarse en esta disciplina, María les tiene una recomendación final: “Que lo intenten: nunca sabrán si les gusta o no, si no lo prueban. Ténganle mucha paciencia, es una disciplina de mucho tiempo y esfuerzo (…) Al final, ves los frutos que te da la dedicación que le pones y es padrísimo. Cuando estás en un escenario, sientes que toda la gente te está viendo. Pueden reconocer todo el trabajo que has hecho; o a lo mejor no, y nada más te ven y dicen: ‘¡Ay! Qué fácil’, pero tú sabes que el estar allá es toda una vida de esfuerzos (…) Al final, cuando lo hagas, es un sentimiento de orgullo hacia ti mismo”.