De pasión mayúscula por el automovilismo y el factor de funcionalidad en la toma de decisiones,
el arquitecto Pedro Pérez honra la Pole Position de autores esenciales del circuito guanajuatense.

Texto: José Miguel Méndez   
Fotografía: Diego Torres
Firma: Progresiva Arquitectos
www.pa-arq.com

Más que confesión, Pedro Pérez exalta una gran pasión por el deporte motor a la par de su furor por el diseño y la arquitectura, encontrando gran inspiración en la simbiosis entre piloto y automóvil, como entre la de usuario y espacio. Es justo la manera en que percibe el diálogo en el diseño formal y la ingeniería automotriz, que afirma que “las cosas deben verse bien, pero deben funcionar mejor”.

Como fundador de Progresiva Arquitectos, su firma luce renombrados hoteles, residencias, restaurantes, colegios y obras de corte industrial en la ciudad de León y más allá de sus límites. Agradecido permanentemente hacia su familia quien hizo el mayor esfuerzo por brindarle la mejor educación posible, su carrera se forjó con base en talento y trabajo. Desde muy joven se dedicó a reconocer las relaciones espaciales y el lenguaje entre el ser humano y su entorno, afinando la capacidad de alterarlo con fastuosa gracia. Recuerda que cuando niño, un arquitecto amigo de sus padres se postró a las puertas de su casa con tal aplomo y garbo que la primera impresión que tuvo de la arquitectura fue la manera en que este personaje se conducía frente a la vida.

Su casa refleja su esencia, elegante y decorosa. El primer plano lo cobra una terna de árboles que simbolizan a sus hijos: dos hermosas jacarandas rescatadas y un sauce llorón, especie que funge como rúbrica en varios de sus proyectos residenciales. El señorío de estos árboles es una postura de humildad del arquitecto, así como un dictamen en cuanto a la materialidad presente en su obra, declarando que la naturaleza será siempre más bella que la intervención humana. Detrás, una fachada acristalada toma la palabra, seguida por un techo a dos aguas cuya inclinación de las losas marca un sentido contestatario y auténtico. Ya en interiores, la disposición de los espacios y la colección de mobiliario, en su mayoría diseñados él mismo, denotan un talento incuestionable y una geometría en su más pura legibilidad.

Lejos de tener un contexto teórico sobre el cual aterrizar su estilo, Pedro Pérez se inspira del apoyo incondicional de su esposa e hijos, del trabajo colaborativo junto a su incansable equipo, del cúmulo de experiencias personales, de los viajes y de múltiples referencias que traduce a su propia interpretación de belleza. Gusta de compartir lo aprendido, no importa si es en el taller, el aula de clases o el escenario de alguna conferencia magistral. Logros alcanzados los tiene varios, retos por venir los hay más. Existe una traducción inseparable en su afición por el deporte de la velocidad y su filia por la arquitectura: el secreto es la precisión, tener confianza en ti mismo y en lo que conduces, logrando precisamente esa simbiosis perfecta entre tú y el camino… entre la presteza y la determinación.