Por: Mario Preciado 
Fotografía: Diego Torres

“Cuando canto siento que puedo hacer más que esto (…) Me gusta el ritmo de la música mientras voy cantando”.

Alguna vez el niño Salvador Quijano le dijo a su mamá, Laura Noyola: “¿Qué sería del mundo sin música? Estaríamos tristes”. Ésa es la reflexión del pequeño de tan sólo nueve años de edad a quien conocimos en el salón de música del Centro Educativo Patria, donde realiza sus estudios. Con él se confirma que la grandeza -y quizás también el talento- se miden de la cabeza al cielo.

Apenas interpreta las primeras estrofas de ‘Granada’ y terminamos cautivados quienes estamos presentes en el aula; su alegría y talento son incuestionables. Las palabras son insuficientes para explicar lo bello y entonado que canta Chava, su voz es potente y única.

El primer acercamiento que tuvo el pequeño con la música se dio a los tres años de edad, cuando con su familia acudían a escuchar a uno de sus primos quien pertenecía a la Estudiantina Guadalupana Potosina. El maestro de Chava les recomendó a sus padres que se integrara a la agrupación. “Después de un año me invitaron a un ensayo y empezó con todas las notas del piano (…) Desde entonces el niño alcanzaba grandes escalas, lo que le hacía falta era sólo la educación de la voz. Desde esa edad (cuatro) ha viajado a Estados Unidos con ese grupo de San Luis Potosí”, relata la mamá.

Junto a la estudiantina, Chava se ha presentado en las principales ciudades de Texas. Lo tiene claro, de grande quiere seguir siendo cantante. “Me siento muy orgullosa, soy como una mamá gallina (…) Hay que estarlo motivando constantemente, él se exige mucho y nosotros lo apoyamos; le decimos que tiene que seguir adelante y retarse a sí mismo para ir dando cada vez más”.

Chava tiene dos hermanos: Axel, de 21 y Ariel Denisse, de 17. Ella aprendió a tocar el ukulele y de vez en cuando hace mancuerna con Chava para interpretar algunas canciones. Ambos son admiradores de su hermano. Laura lo describe así: un niño talentoso y alegre; cada vez que Chava ve a alguien de su familia que se encuentra triste o enojado, intenta cambiarle el ánimo con su voz y los temas que canta. “Es como un cascabelito en mi casa”, finaliza su mamá.