La obra artística de Víctor Haro no se parece a la de nadie más, pues construyó su propia veta dentro del arte hiperrealista.

Texto: Carolina Cázares
Fotografía: a.k.a.

Podría comenzar por escribir cómo es la voz de Víctor Haro, cómo son sus manos, de qué color son sus ojos y de qué manera brillan cuando declara −a través de una obra− su nueva visión de la realidad. Desde niño, Víctor tenía la inquietud de ser artista. Sin aprendizajes previos en el área del arte, comenzó a dibujar y a inspirarse con la naturaleza para crear escenarios mágicos. Decidiría estudiar Diseño Gráfico para apegarse a la línea de lo artístico y, en un momento catártico, dejaría al Víctor que fue para convertirse en quien siempre debió ser: un artista. Su interés por comunicar su pasión hacia el arte y el fluir de la realidad, así como su firme convicción de que el arte construye mensajes capaces de unificar a la sociedad, han determinado la poética de sus pinturas.

El artista da una vuelta de tuerca a la concepción del hiperrealismo, partiendo de elementos como el agua, sumerge la realidad para mostrar un espejo distorsionado de lo que vemos. De pronto, una mujer seduce y encanta bajo el agua, otra te mira de manera fija sin temores. Las burbujas de oxigenación presentes, labios entreabiertos inundados de emociones, la mirada como entrada a un infinito. La figura humana con o sin rostro, la paleta de colores fríos, reales, contundentes. La pincelada firme, el aerógrafo que acaricia el lienzo, los detalles que dotan a la pintura de cierta superioridad visual, el grito escondido de lo verídico.

El fotógrafo Robert Adams solía decir que la habilidad del artista reside en su capacidad para reconciliar diversos elementos a su disposición y convocar una mirada sobre ellos. Cuando observas la obra de Víctor Haro no sólo te topas con la belleza de la figura humana y los juegos de la naturaleza, el discurso de su arte se entreteje en el encanto de una fotografía pictórica que yuxtapone la técnica del pintor con el uso de elementos que su mirada capta. La seducción es un pilar en las obras de Víctor Haro. Los elementos se distorsionan, fluyen, se mezclan con el aire y provocan diferentes formas de placer; por medio de la representación fidedigna de elementos como el agua, la corporalidad humana, las plantas o animales.

Víctor Haro (Hermosillo, Son.) cautiva por medio del hiperrealismo. Su primera exposición llevada a cabo en 1984 (en la Casa de la Cultura de Sonora) sería el despunte de una trayectoria artística de más de treinta años. Hoy, su más reciente colección Sombras Bajo el Agua regresa al lugar donde todo comenzó: Sonora. De ahí, su obra “fluirá” a diversos lugares como Jalisco.