Después de algunos años, el artista logró reencontrarse con su verdadera pasión.

Por:Alexei Hinojos
Fotografía: Fernando Reyes

La infancia para muchos es un conjunto de alegres recuerdos, para otros es el primer contacto con una actividad que les causará pasión toda la vida y hacer de ésta una forma que se eleva a nuevas posibilidades. Antonio Mañón es originario de Toluca; lugar en el que creció y obtuvo su primera formación. Desde niño tuvo un gusto particular por el dibujo y pasaba la mayor parte de su tiempo libre perfeccionando sus trazos. Más tarde, al llegar a la edad en la que tuvo que decidir a qué dedicaría su vida, sin opciones para una formación artística, decidió lo más cercano a su pasión del dibujo: la arquitectura.

Con éxito mantuvo una profesión como arquitecto, pero sin satisfacer por completo su deseo por crear. En uno de sus proyectos tuvo la oportunidad de visitar por primera vez Europa, allí tuvo un nuevo acercamiento con las bellas artes. Recorrió distintos museos donde se exponían las más grandes obras artísticas, aquellas famosas pinturas que han marcado a la humanidad. Los recuerdos de su primera pasión se reavivaron y su deseo por pintar despertó.

Al regresar a Toluca, su ciudad natal, buscó una formación que lograra colmar sus deseos, aquéllos que despertaban su pasión; sin embargo, en ese momento no lo logró encontrar. Regresar a Europa resultó inevitable. A pesar de tener la voluntad suficiente, el objetivo no era sencillo de lograr y, para hacerlo, tuvo que pasar un año en la embajada de México en Bélgica, obteniendo fondos que le permitieran irse a Italia a estudiar Pintura. Finalmente, después de un año de trabajo, fue al país de Miguel Ángel.

Mientras estudiaba definió cuál iba a ser su estilo: el barroco. Partió de una inspiración que tomó ciertos aspectos filosóficos de la cultura grecorromana y tomó como referencia a grandes pintores como Velázquez y Rembrandt. Antonio empezó a desarrollar una perspectiva propia, nuevamente regresó a su lugar de origen; ahora, con herramientas que le permitieron dedicarse a la pintura. Su primera ocupación como pintor fue en el taller del reconocido artista mexicano Luis Nishizawa; en este tiempo también mantuvo una serie de importantes proyectos como arquitecto.

A pesar de no carecer de realización profesional en las dos áreas, llegó el día que él mismo se propuso acotarse y dedicarse de lleno a una: la pintura. Ahora, pasando su tiempo completo en la composición de obras, se fija en hacer verdaderas estas palabras: “El arte es lo que somos como humanos y lo que podríamos llegar a ser”. Su referente es la humanidad misma, accede a ella por medio de una conciencia propia en la que usa el lenguaje oculto de las emociones para plasmarlas en su pintura. Antonio se propone hacer sentir a las personas lo que él siente cuando realiza una obra. En pocas palabras: Antonio es un comunicador.