Texto: Jania Salcedo
Fotografía: Montserrat Tejeda /Scarlett Gutiérrez / Cortesía

En cada lienzo refleja el amor, el origen de conexiones infinitas y cómo evolucionamos a través de la consciencia.

Obsesionado desde pequeño con los colores y las formas e hijo de un padre que amaba la creación y expresión del arte, era de esperarse que el dibujo se convirtiera en su forma
de interactuar con el mundo. Lo que en un inicio fue una simple pasión por plasmar todo aquello que encontraba bello, con la práctica se convirtió en una habilidad
en constante experimentación con distintas técnicas. A sus 18 años ingresa a la escuela de artes plásticas confirmando que ese era su camino y demuestra su talento cuando aún era estudiante al participar en exposiciones colectivas, así como también realizó su primera exposición individual.

Con un estilo muy particular, el artista tapatío busca recrear la esencia no visible de la experiencia humana. Sus cuadros son retratos que representan personajes e
historias de una manera sutil, delicada y con gran talento creativo. Cuidando cada detalle, su trabajo se caracteriza por “composiciones de ejecución obsesiva que simboliza la perfección de nuestra esencia, la síntesis de lo visible que
alude a la esencia del ser”.



A partir de pinceladas planas y pulcras, juega con las formas y líneas de manera equilibrada y orgánica, las cuales convergen con dinamismo a través de una paleta de colores que van directamente relacionados con la energía que emana el mensaje, pero que sin duda inspiran pureza y calma. “Entre estas formas se esconden, a su vez, apariencias de carácter prehispánico, como símbolo de una cultura que me
enorgullece”, añade.

La ejecución de sus obras parte de “la interpretación visual de la esencia, el origen de nuestra energía y conciencia partiendo de la superposición de cuerpos orgánicos, formas básicas distribuidas según un orden determinado, conformando, de este modo, la composición y provocando, a su vez, secuencias sobre uno o varios planos que sugieren desplazamiento ritmos, o una ilusión de movilidad ante la mirada”.

Más que una disciplina, para Daniel el arte es un proceso de sanación que ayuda a comprender el verdadero propósito de la experiencia humana, así como la conexión con quienes coincidimos. Busca manifestar nuevos discursos que permiten la interacción y el intercambio de ideas entre el artista y el espectador para así generar una conexión. “Busco transmitir lo esencial, lo simple pero perfecto; lo que trasciende de la vida, y cómo lo más valioso de nosotros habita en nuestra parte no
visible, lo intangible, lo que se convierte en infinito”.

Con cerca de 20 años en el mundo del arte, Daniel ha compartido su trabajo en diversas exposiciones colectivas a nivel nacional e internacional, así como en cuatro exposiciones
individuales. Entre sus logros, destaca el compartir su trabajo y conectar con públicos más grandes a través de la colaboración con distintas marcas en el desarrollo de diseño e imagen dentro de sus tiendas. Actualmente está colaborando con Palacio de Hierro en un nuevo proyecto creando obras de gran formato con diseño y características especiales.

Asimismo, colabora con varios curadores de arte en el diseño interior de distintos proyectos particulares concentrados principalmente en Los Cabos, Guadalajara y CDMX.
Sus creaciones no se quedan en el lienzo y próximamente colaborará con marcas mexicanas con el fin de plasmar su trabajo en otras disciplinas.


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IG: @danielescobedoarte
www.danielescobedo.com