Texto: Fernanda Rodríguez | Fotografía: Cortesía de las marcas
Dos veces al año, en la capital de la moda francesa se lleva a cabo una serie de desfiles que destacan del resto. Más allá de colecciones comerciales que estamos acostumbrados a ver hasta 4 o 6 veces al año, la alta costura posee un aura diferente. No solo es el epítome de la ejecución artística y la visión creativa, sino que la Haute Couture esademás un término protegido. Exclusivo de París, la Federación de la Alta Costura solo otorga el derecho de producir tal arte a un puñado de marcas y diseñadores internacionales.
En el mundo de la moda, no hay nada más bello, inspirador y espléndido que los desfiles que presenciamos durante esta semana. Así, te presentamos los detalles e historias más especiales de esta temporada. Ya sea como inspiración o por pura complacencia visual, deleitarse con la alta costura es como disfrutar de una obra de arte.
CHANEL
Con el título de la Casa de Alta Costura más antigua aún activa en el mundo, la Maison celebró 110 años esta temporada. Llena de referencias a su herencia —incluida la sede, el Grand Palais en París — la colección ofreció una explosión de feminidad y distintivos:
tejidos tweed brillantes, suaves encajes, relucientes sedas y demás detalles que otorgaron a las piezas una ligereza casi mágica.
SCHIAPARELLI
A cargo del director creativo Daniel Roseberry, la Casa decidió inspirarse una vez más de historias y surrealismos, un vínculo histórico desde la época de Elsa Schiaparelli. Icarus, la figura mitológica griega conocida por haberse caído del cielo después de haber volado muy cerca del sol, fue la clave de la realidad escapista de esta colección. Un juego que alteraba la realidad mientras basaba su atractivo en la artesanía magistral de las prendas: vestidos, cortes, siluetas inesperadas y efectos visuales a través de exquisitas perlas, satines y aplicaciones bordadas.
DIOR
La colección dirigida por Maria Grazia Chiuri fue una clara demostración de refinamiento y una exploración de delicadas estéticas inspirada en una colección de Yves Saint Laurent de 1958. Las crinolinas, elemento histórico clave, unieron los atuendos a través de finos tules y bordados decorativos. Ultra femenina, pero con un discreto toque de rebeldía, la imaginería del desfile evocaba una sensación de elegancia sublime.