Texto: Laura Durán | Fotografía: Fernanda Torres/Cortesía
Vivián Padilla es una mujer de carácter fuerte, exigente y perfeccionista. Desde pequeña, le gustó el orden y la disciplina, cualidades que le han permitido equilibrar su vida personal y laboral.
Su pasión por la cocina, heredada de su madre, la llevó a crear lo que hoy
es Vivián, alta repostería con sabor de hogar, una empresa familiar con más de 33 años en el mercado.
La pastelería inició de manera sencilla: Vivián, al ser novia de su ahora esposo Manuel, solía regalarle pasteles que ella misma hacía. Con el tiempo, sus postres comenzaron a ser solicitados por amigos y conocidos. A pesar de su resistencia inicial, su suegro, Enrique García Placencia, la animó a formalizar su talento y abrir su primera pastelería el 10 de diciembre de 1991 en La Gran Plaza. Desde entonces, el negocio ha ido creciendo de forma constante, contando hoy con 17 sucursales en distintas ciudades.
El camino del crecimiento no ha sido fácil, la empresa ha enfrentado retos como la expansión, el manejo del personal y la adaptación a nuevas formas de trabajo. Sin embargo, una de sus mayores fortalezas ha sido el trabajo en equipo y la unidad familiar, lo que ha permitido a sus hijos Manolo, Adrián y Vivián integrarse a la empresa y continuar con su legado.
Manolo es Licenciado en Administración Financiera, se encarga de la parte administrativa y es el actual director general. Adrián es chef de profesión, coordina al equipo de producción y calidad. Mientras que Vivián es egresada de la carrera de Gastronomía con especialidad en repostería y lidera la decoración y creación de nuevos productos.
Para Vivián Padilla, la empresa es como un hijo. La ha visto crecer desde sus inicios hasta convertirse en una marca consolidada. Se siente satisfecha y orgullosa de que sus hijos no solo la hayan mejorado, sino que hayan sabido mantener su esencia: un negocio familiar con un fuerte compromiso con la calidad y la calidez humana.
¿Qué significa Vivián para ustedes?
Manolo: “Es un espacio de mejora continua, donde la calidad no solo se refleja en los productos, sino en las personas y el ambiente de trabajo”.
Adrián: “Es un lugar de aprendizaje. Aunque soy chef, la experiencia me ha permitido dominar otras áreas. A la gente le gusta trabajar aquí, pues el ambiente es relajado y de apoyo mutuo. Gracias a las herramientas que nos dieron mis papás, tenemos claro nuestro objetivo y cómo alcanzarlo”.
Vivián: “Es una gran familia donde todos se apoyan y comparten la satisfacción de llevar felicidad a sus clientes”.
Lo que distingue a su empresa es su compromiso con la calidad artesanal y el cuidado de su equipo. En Vivián cada producto sigue siendo elaborado de manera artesanal y manual, con ingredientes frescos y de la mejor calidad sin conservadores.
Además, priorizan el bienestar de sus empleados, ofreciendo beneficios como consultas médicas y psicológicas, capacitación constante, seguro de vida y un ambiente de trabajo basado en el respeto y la mejora continua. Esta combinación de calidad en sus productos y compromiso con su equipo es lo que ha permitido que Vivián crezca y se mantenga como una de las pastelerías más reconocidas.
En el futuro, la familia busca que la pastelería siga creciendo, expandiéndose a más ciudades y mejorando la calidad de vida de sus empleados. Quieren que la empresa sea reconocida no solo por sus pasteles, sino por ser un gran lugar para trabajar, donde los colaboradores se sientan felices de trabajar ahí y que cuenten con prestaciones extras y espacios adecuados para su bienestar.
Vivián Padilla nunca imaginó que su empresa llegaría tan lejos ni que sus hijos la tomarían como proyecto de vida. Hoy, al ver todo lo que han logrado juntos, se llena de emoción y orgullo.
Además recomienda a las empresarias que no se desesperen y que entiendan que ser mamá y empresaria no es una tarea fácil, pero que la pasión por lo que haces, hace que todo sea más ligero. Destaca la importancia de la disciplina y la organización, así como la paciencia, ya que los momentos difíciles son parte del camino, pero con determinación todo se puede lograr.