El cineasta Sam Mendes hizo magia con las historias de guerra de su abuelo basadas en hechos reales y lo comprobó con un filme que llegó como sorpresa inesperada para cerrar el año 2019, siendo aclamada por la crítica desde su estreno con el más alto reconocimiento.

Por: Ricardo García

La calidad de su fotografía, las emociones que provoca la trama, así como la forma en que fue rodada (con el efecto de un solo plano secuencia), cautivan a todo el que la ve en las salas de cine.

Es entendible por qué en los Golden Globes sumó preseas como Mejor Película y Mejor Director; y también, por qué fue considerada a los premios Oscar con diez nominaciones, siendo la favorita para ganar en la categoría de Mejor Película. Y es que, si en la trama el objetivo de sus personajes protagónicos fue posible, no podría ni podríamos descartar que ‘1917’ logre lo propio en el Teatro Dolby el próximo 9 de febrero.

Los actores George MacKay y Dean-Charles Chapman dan vida a los héroes de esta historia de la Primera Guerra Mundial llevada a la pantalla grande. Interpretan respectivamente a los cabos Schofield y Blake, haciendo gala del coraje y gallardía que tuvieron al cumplir la misión que el general Erinmore (Colin Firth) les encomendó para salvaguardar la vida de mil 600 soldados del ejército inglés, el cual peleaba audazmente en Francia contra las fuerzas alemanas. El país germano le hacía creer a Inglaterra que retrocedía, cuando en realidad lo único que buscaba era sorprenderlos con un ataque sin piedad por medio de un arsenal de artillería sin competición e inesperado por las tropas británicas.

No es una historia de guerra cualquiera de las que se ven en el cine. Se trata de un crudo filme que logra que el espectador empatice con el estrés que un soldado de guerra tiene que atravesar para cumplir con la tarea encomendada. La actuación del elenco hace honor verdaderamente a los esfuerzos de todo el equipo cinematográfico para entender la psicología del ser humano en un contexto de total peligro y adversidad.




El cabo Blake, nos recuerda situaciones de la vida en que se tienen que seguir indicaciones o reglas sin sentido que pueden arriesgar nuestra integridad, como cumplir en soledad la misión de notificar al ejército británico la inminente emboscada. Para Blake, estar acompañado de Schofield no era garantía de su seguridad en caso de toparse con las tropas alemanas; sin embargo, encontró el sentido de la encomienda buscando salvar la vida de su hermano. La reflexión aquí, es que cuando se trata de aquellos a quienes amamos, siempre –o casi siempre– estaremos dispuestos a lo que sea.

¡Qué ironía! Pues pareciera que las personas son simultáneamente lo peor, pero también lo mejor que puede sucedernos en la vida. Por un lado, estaba la indicación de un alto mando militar quien, sin ningún afecto personal, pero con el sentido de responsabilidad patriótica, le ordenaba ir al “matadero”; y, por otro lado, esa persona le estaba brindando la posibilidad de salvar a su hermano enterándole de lo planeado por Alemania. De no haber sido por ese castrense, Blake no habría tenido la posibilidad de conseguirlo, aunque tuviera que arriesgar su vida.

El ser humano decide qué posibilidades se abren ante él cuando una persona le representa adversidad, contrariedad o ambivalencia. En un principio, el soldado Schofield se mostró renuente a la indicación que se le había dado de acompañar a Blake; sin embargo, la determinación de éste le hizo continuar. No había visionado que estaba ante la más alta oportunidad que hasta ese momento la vida le había dado de trascender: no sólo salvaría la vida del hermano de su compañero, sino que lo haría por otras mil 600 almas de su país.

La resiliencia que ambos mostraron es inspiradora; pese a toda circunstancia siguieron juntos adelante hasta que les fue posible, como si el acompañamiento y la premisa de continuar fueran el más grande tratamiento para el estrés postraumático que eventos tan llenos de tragedia como la guerra, son capaces de causar.

Es imposible no sentir la desolación que se atraviesa en el campo de batalla, conociendo además todas las posibles emociones que podría experimentar un soldado cuando es llevado al límite de la existencia en el cumplimiento de su misión. La trama faculta el entendimiento del lenguaje universal en escenas en las que se manifiesta que la diferencia del idioma y la nacionalidad, no son limitantes para que el espíritu humano encuentre la forma de comunicarse.

El largometraje, el cual nos recuerda la importancia de la lealtad aún en las condiciones más adversas, es incuestionablemente una recomendación obligada. En familia, con tu pareja o tu mejor amigo o amiga, ¡pero tienes que verla!

Ricardo García
Psicólogo especialista en educación y adolescentes.
Capacitador en instituciones educativas y organizaciones.
Director de Consultoría TRANSFORMA.