Hoy fui a una reunión en la escuela de mi hijo David. El policía del estacionamiento estaba molesto: trabajaba bajo la lluvia. No le gustó que tomáramos tanto tiempo para estacionar el carro, al bajar le di una botella de agua y le dije: “Sólo un ángel como usted podría proteger este lugar”. Su semblante cambió y sonriendo me dio las gracias.
Texto: Ana Sweet
Fotografía: Especial
En la escuela había un joven con la tarea de abrir la puerta a los que llegaban; hacía frío y llovía, no era algo agradable. Al acercarme, le di las gracias por ser tan caballeroso y soportar el clima para atendernos −sé perfectamente que él no eligió esa tarea sino que se la impusieron−. Al escuchar mi comentario, me abrazó fuertemente. ¿Qué quiero decirte con todo esto?, cuando vayas a cualquier sitio, ama y sé el primero en amar. Tus acciones pueden cambiar el ambiente, alegrar el día y hacer una diferencia.
La actitud con la que llegues a tu casa, al trabajo o al restaurante, puede cambiar el ánimo de los que te reciben. No te quedes con la expectativa de a ver qué sucede, da el primer paso para establecer el estándar de amor, amabilidad y compasión. Si no hay amor tráelo contigo; si no hay alegría, tráela contigo. Deja que tu actitud eleve el estándar en el ambiente. Ama primero, no esperes a que otros lo hagan. ¡Hazlo tú antes que todos!
Mi mentor decía: “No esperes que te hagan fiesta, tú eres la fiesta”. Deja que tu amor sea el estándar de la siguiente conversación. Establece las reglas del juego con tu sonrisa, compasión, empatía y servicio; tu presencia puede remover el estrés, el dolor y la tristeza. Toma la iniciativa y mejora el ambiente.