Texto: Adrián García 
Fotografía: Especiales

Voy a ser muy claro: si no has escuchado sobre ‘Game of Thrones’, francamente no imagino qué has estado haciendo los últimos ocho años. Pero no apresures un malentendido con esta aseveración, no es un fanático ciego a los matices quien escribe; creo. Soy un coleccionista de experiencias estéticas de toda índole y, como tal, encuentro un placer inconmensurable cuando me topo con obras como ‘Game of Thrones’. Y sí, le llamo “obra”, como obra de arte porque vaya eso es lo que es y de ahí que sea importante.

Quizás no te guste la fantasía, lo concibo. Quizás pienses que la televisión es aburrida, lo tolero. Pero esta serie ha capitalizado todo cuanto ha podido al respecto de su medio y su lenguaje. Esto ya no es una serie televisiva, es un proyecto que ha tomado lo mejor de la televisión seriada y el más exquisito quehacer cinematográfico y puso un signo de interrogación a las fronteras entre ambos géneros.

Dinero hay, ‘Game of Thrones’ ostenta el récord del episodio televiso más caro en la historia, y para su última temporada que nadie se sorprenda si nos salen con algo más espectacular. Talento hay, las actuaciones han sido reconocidas ampliamente, su visualidad igualmente; y claro, la historia. ‘Game of Thrones’ nació de la serie de novelas –aún inconclusa– de G. R. R. Martin titulada ‘Canción de hielo y fuego’, un universo literario de dimensiones homéricas cuya única competencia, si acaso pudiera considerarse así, es el legendarium del ‘Señor de los anillos’ de J. R. R. Tolkien. Y ésta es otra característica que hace a ‘Game of Thrones’ especial: su material base carece aún de conclusión, pero la serie está por terminar.

Éste es un caso inusual e increíblemente interesante. Lo que comenzó como una adaptación, que yo consideraría en el ramo de la “traducción”, pues literatura y cinematografía son lenguajes ciertamente distintos, ha dado paso a un experimento narrativo, que yo sepa, sin precedentes. Del mismo material habrá historias gemelas; “gemelas” porque nacieron de donde mismo y acabarán más o menos igual, amén de los sacrificios narrativos que la traducción conlleva, pero el camino hacia el final será radicalmente distinto y dará mucho de qué hablar, no sólo como serie o saga de novelas, pero como el fenómeno que ya es y que marcará a la cultura popular de ahora en adelante.

RECOMENDACIÓN

‘One Strange Rock’

Darren Aronofsky habita un lugar notable en el territorio de los directores trascendentes del cine contemporáneo. Como visionario de la nueva serie de Netflix ‘One Strange Rock’, no exagero en nombrarlo “el nuevo Carl Sagan”. En comunión con National Geographic, la serie ofrece un viaje épico por todo el mundo para revelar la mecánica fundamental que hace a la Tierra funcionar. Conducida por Will Smith y bajo el contundente testimonio de ocho astronautas, ‘One Strange Rock’ es imperdible en definitiva.