Este chef con tan sólo 25 años tiene una trayectoria impresionante que lo ha llevado a trabajar con grandes estrellas Michelin. Aprender y descubrir culturas, sabores e historias, son los elementos que le apasionan de la gastronomía.
Texto: Sabrina Peña.
Fotografía: Samuel Thornhill.
Diego Huerta es un apasionado del mundo gastronómico. Su padre es un artista plástico mexicano y su madre francesa; ambos son buenos cocineros y disfrutan de la compañía en casa, para compartir una buena comida, vino, música francesa y risas.
‘La constante búsqueda en innovar para los cinco sentidos es el futuro de la gran gastronomía’.
Diego tuvo una maravillosa infancia gracias a la energía que le rodeaba. “De mis 10 a 13 años los fines de semana iba a ayudar en la cocina de Café des Artistes, el chef Thierry Blouet es amigo de mis padres. Me apodaban ‘El niño mejillón’ (…) Me encantaba el ambiente en la cocina, era una locura; la energía y el respeto entre todos era increíble. Sin duda, fue una segunda familia”. Pasando los años, confirmó que su verdadera pasión era la cocina, y la mejor opción que tenía en ese momento era viajar a París para estudiar con los grandes.
Estudió y trabajó durante nueve años. Se preparó en la mejor escuela y en los mejores restaurantes con 3 estrellas Michelin, como el de Pavillon Ledoyen con el chef Yannick Alléno; sus jefes de cocina, Gerard, Paul y Martino, le enseñaron lo que es el olimpo de la gastronomía.
Luego de prepararse y obtener experiencia en París, Diego estuvo una temporada en los Alpes −en las montañas cerca de Suiza− con el chef Alléno, quien obtuvo la tercera estrella Michelin en su restaurante Le 1947.
‘Yo quería aprender de otros chefs del mundo. Alléno me recomendó ir con Rasmus Kofoed en Dinamarca, su restaurante Geranium cuenta con 3 estrellas Michelin, allí estuve trabajando durante casi tres años, aprendiendo diferentes técnicas y sabores.
De Rasmus puedo decir que es un gran chef y un gran ser humano’.
Actualmente, Diego se encuentra trabajando en Melbourne al lado de Elijah Holland en el
Restaurante Lûmé, espacio gastronómico que abrió sus puertas el primero de noviembre.