Durante seis años ha desarrollado el proyecto empresarial que le ha traído plenitud, cada vez conquistando más paladares.

Por: Mario Preciado (IG: @mariopreciado_)
Fotografía: Diego Torres (IG: @torres8168)

Si existe una forma de medir cuán impaciente es uno, esa sin duda se presenta en los eventos sociales, a la espera de que se abra la mesa de postres, el momento en que todos queremos probar las delicias que satisfagan nuestro antojo y paladar. Alguien que se ha distinguido por tal servicio, y que lo ha diversificado ofreciendo también mesas de dulces y de carnes frías y quesos, es Eugenia Padilla, con diseños elegantes, presentaciones únicas y productos frescos que cautivan a los invitados y anfitriones.

Eugenia es originaria de León (Guanajuato). Cuenta que su mamá se dedicaba a los pasteles y ella desde chiquita veía con atención cómo cocinaba. Ahí empezó ese gusto, pero nunca estuvo tan convencida sino hasta que dejó la carrera a la que se había inscrito y emprendió el camino de la gastronomía. “Tomé un curso de cocina internacional. Me empecé a meter más a la cocina y fue cuando comencé a hacer mis proyectos con mis tías o para las amigas”, explica.

SI EUGENIA FUERA EL SABOR DE UN PASTEL, ÉSTE SERÍA: “EL DE CHOCOLATE AMARGO, ¡ME ENCANTA!”.

El primer evento formal vino cuando una amiga le encargó el montaje de una mesa de postres en Guanajuato. A partir de entonces, comenzó a conocer wedding planners y, de boca en boca, fueron llegando más clientes. Ahora, al cabo de seis años, cuenta con un local propio donde realiza la producción de los postres y pasteles, el lugar se ubica sobre el libramiento José María Morelos (en la lateral de Balcones del Campestre). En ese espacio tiene a la venta rebanadas de pasteles y planea pronto fundar una cafetería.

La idea de Eugenia es ofrecer un espacio donde la gente pueda oler y degustar los pasteles frescos que se hornean al día, no está interesada en construir un concepto replicable que la someta a abandonar el factor artesanal. El proyecto Eugenia Padilla Repostería no sería posible sin el apoyo de su mamá, Rocío González; y de su hermana, María Padilla. También colaboran con Eugenia su prima (Elisa Garza) y, eventualmente, su papá.

¿Cómo te diferencias de la competencia? –preguntamos–. “Siempre he tenido claro que me gusta crecer, pero sin hacerme comercial; lo que quiero es hacer pasteles realmente caseros, que no tengan conservadores. Siempre mantener la línea de buenos productos y no bajar la calidad. Eso me diferencia y que son sobre pedido, no son pasteles que estuvieron refrigerados por tres o cuatro días (…)”.

A Eugenia la contactan por igual tanto organizadores de eventos como novias, ha participado en bodas en Chapala, Ciudad de México, Guanajuato, San Miguel de Allende y El Paso (Texas), por mencionar algunas ciudades. Actualmente, cuenta con la capacidad instalada para operar hasta tres eventos por fin de semana.

¿Qué es lo que más te satisface de tu trabajo?

“Es una sensación superpadre, me imagino como si fuera mi boda. Desde que llegas ves a tanta gente trabajando con dedicación y esfuerzo, porque realmente en una boda nada puede salir mal (…) Es muy demandante y estresante porque todo tiene que ser perfecto, pero realmente, ya estando ahí, está bien padre (…)”.