Los regalos vienen envueltos con papel, amor y buenos deseos, con la intención de dejar un buen recuerdo en el corazón y un sabor dulce en tu vida.
Texto: Esther Crisóstomo
Fotografía: Especial
El dinero, el tiempo y la creatividad que has invertido en un regalo tiene su recompensa con la retribución en una sonrisa, gratitud y hasta un abrazo lleno de cariño. Y eso es más que suficiente para volver a entregar un regalo, pero hay regalos que no han sido entregados y un corazón necesitado de recibirlos. Son los regalos que te debes a ti.
Al tratarse de los demás, ¿cuántas veces hay esmero, esfuerzo e, incluso, sacrificio por quedar bien? Porque la otra persona es importante para ti y buscas que se sienta apreciada. Sin embargo, el precio ha sido dejar de lado lo que tú anhelas o necesitas. Pensando que todo el mundo es más importante que tú, no te das cuenta del trasfondo que hay en el mensaje: “no merezco”.
1. Priorízate. Porque no podemos dar lo que no tenemos y el bienestar es de adentro hacia afuera.
2. Hazte un regalo. No es suficiente con la gratificación emocional que obtienes cuando te dicen gracias, o con la alegría y reconocimiento de los demás al recibir tus regalos. Experiméntalo tú. No es egoísmo, es salud emocional.
3. Planifica. Haz una lista de gastos y destina un ahorro para ese viaje que no has hecho u otros regalos que no te has podido entregar.
4. Equilibra. No tienes que dejar de ser generoso, pero cuando das todo por tus hijos, tu pareja, familia o amigos sucede algo: se desequilibran las relaciones y acabas guardando resentimiento pensando que das más de lo que recibes. El equilibro mantiene las relaciones saludables.
5. Recibe. Extiende las manos para recibir, deja de decir: “No, gracias. Así estoy bien”. Recibe con gratitud los regalos que te dan y, por supuesto, los que tú vas a envolver con mucho amor para ti.