Un médico apasionado del arte, la cultura y las labores sociales.

Texto: Laura Durán | Fotografía: Diego Torres

“El objetivo de todos debería de ser una ciudad equitativa, donde las calles sean habitables y el transporte público sea eficiente, donde si yo decido ir en bicicleta de mi casa al trabajo pueda hacerlo; necesitamos una ciudad más humana y más habitable, necesitamos que se invierta en más infraestructura social para todos”.

David es médico cirujano con especialidad en cirugía plástica estética y reconstructiva; además es un amante del arte, y cuenta con una licenciatura en Historia del Arte, con Maestría en Arte Moderno y Contemporáneo. Aunque nació en Chihuahua y se crió en CDMX, David siente a León como su segunda casa debido a los lazos familiares que lo unen con esta ciudad. Ama la sensibilidad y le encanta utilizar los sentidos para percibir el mundo, los aromas, las imágenes y las texturas.

Además de ser médico, gran parte de su tiempo lo ocupa en cuestiones sociales y culturales. Actualmente es presidente del Comité Técnico del Museo de Arte e Historia de Guanajuato; también es creador del Granero, un programa de residencias artísticas y actividades culturales; y desde el 2018 es miembro de Charco.

Igualmente es cofundador de 90_20, una plataforma de producción cultural que tiene su base en Galicia, España, que mediante la colaboración con artistas internacionales buscan crear experiencias sensibles que impactan al entorno, a la comunidad, al observador y, sobre todo, que enriquezcan el gusto por la creación artística.

“Estoy convencido de que para transformar una ciudad no necesitas solo elementos económicos, sino también factores fundamentales como la cultura, la educación, la ciencia y el deporte. Gran parte de mi tiempo lo destino en la gestión cultural, en provocar sucesos en la ciudad que favorezcan el arte.

Si tú viajas a París y ves cultura, arquitectura y museos, entonces estaría increíble que la gente cuando llegue a León no solo vea SAPICA o ANPIC, sino que puedan escuchar una ópera, entrar a un museo o ver una exposición. Eso me parece maravilloso, pues estamos impactando en la ciudad no solo de una forma industrial. El arte y cultura son áreas en las que debemos ocuparnos más”.

Desde 1988 es parte del Club Rotario Bajío, en donde además de compartir amistad con muchos de los miembros, se reúnen para crear objetivos comunes en donde unen sus profesiones, relaciones y ventajas para crear beneficios sociales para los menos favorecidos, como programas, construcciones de escuelas, plazas comunitarias, bibliotecas, y hoy, la creación de una potabilizadora de aguas grises.

También es miembro del Patronato del I.R.E.E. (Instituto de Rehabilitación y Educación Especial A.C.), una escuela dedicada a niños y jóvenes con ciertas discapacidades intelectuales que busca rehabilitarlos y educarlos para que tengan una mejor adaptación a una vida social e independiente tanto dentro como fuera de su casa. Adicionalmente es miembro de la asociación No Más pobreza, encabezada en la búsqueda de salarios dignos.

“Nos preocupamos en la educación y la sensibilización de empresas, políticos y empresarios para que entendamos que no nos va a afectar en nada aumentar el sueldo, que no se vuelve inflacionario, que vas a seguir ganando de todas maneras adecuadamente y que tu gente va a vivir mejor si gana mejor”.

Ama enormemente a México y siempre que viaja lo presume, pero cree firmemente que México necesita un cambio en la educación, donde no solo las familias se deben de ocupar de los valores y modales que nos forman como sociedad, sino que las escuelas también deben de formarnos en principios y civismos que nos hagan mejores seres humanos