Por: Liliana Núñez
Fotografía: José Emmanuelle Elías López
“Un libro ganador ha perdido muchas veces”.
La poesía es un cuidado paliativo que da múltiples satisfacciones. Al contrario de la novela o el cuento, este género disfraza una serie de elementos con el fin de producir un sentimiento estético. En México se habla poco de los poetas: sus libros ocupan unos cuantos estantes en las librerías, pero existen casos extraordinarios dónde, después de mucha insistencia, se logra que los trabajos sean reconocidos.
Víctor León Leitón es un escritor costarricense y entre sus múltiples satisfacciones se encuentra ‘Infraperro’, libro que acoge un poema de largo aliento. Lo entrevistamos en exclusiva dentro de las instalaciones de la IBERO, como parte de su nuevo diplomado, y esto fue lo que descubrimos.
La obra hace alusión a Felipe, amigo del autor que falleció a una edad temprana. “Lo último que pensé fue escribir y casi, instantáneamente, aparecieron muchos poemas de homenaje. Eso no me resultaba tan natural. Me tomó tiempo construir el libro, poéticamente se oponía a lo que había hecho con anterioridad. Tuve que enfrentarme a problemas personales y técnicos”, confesó.
‘Infraperro’ está divido en secciones, pero está constituido como un solo poema. Víctor, más que escribirlo, lo compuso como algo arquitectónico o ingenieril. El reto fue que no perdiera la naturalidad y ferocidad de la tristeza. “El poema original era más largo, poco a poco lo fui depurando para que todas las piezas encajaran”, afirma.
Encontrar una editorial que publicara esta obra fue un evento casi azaroso. “Pensaba que ‘Infraperro’ sería impublicable, habla de mi juventud en Costa Rica y de la muerte de mi amigo, creí que esos elementos no les interesaría a las personas. Aun así lo puse a prueba en diferentes certámenes, hasta que finalmente ganó el Premio Ramón Iván Suárez Caamal”.
Para el escritor la poesía representa lo contrario a lo estereotipado y se encuentra lejana de ciertos preciosismos y referentes cultos, se aleja del lugar común y de lo políticamente correcto.
El peor consejo que le han dado a Víctor es tener que drogarse o emborracharse para escribir. “El típico ‘escritor maldito’ es un lugar común, los versos no mejoran si eres vicioso. Si todos los borrachos fueran artistas tendríamos abarrotado el arte”.