El fútbol es una parta fundamental en la vida de Gabriel, desde niño demostró que estaba dispuesto a luchar por su sueño y la vida lo llevó por el camino que tanta ilusión le causaba.
Texto: Matty Guzmán
Fotografía: Bruno Gómez De la Cueva
Lo hemos visto con el número 24 en la camiseta del equipo de primera división Monarcas Morelia. El auténtico ecuatoriano nació en Machala (Provincia de El Oro) y, ahora, reside en esta ciudad para compartirnos uno de sus varios talentos: el fútbol. Su nombre completo es Gabriel Eduardo Achilier Zurita y, a sus 34 años, se siente pleno con lo que la vida le ha regalado, así como con lo que él le ha dado a la vida, porque pone su corazón en cada cosa que realiza.
Cuando tenía seis años alcanzó su primer logro: luego de practicar su deporte favorito con sus hermanos y amigos, fue capitán del equipo de fútbol de la escuelita donde estudiaba. “En frente de mi hogar había una cancha de tierra, en donde pasaba días y noches jugando. Eso sí, no me gustaba jugar con otra playera que no fuera de color blanco. Imagínate cómo llegaba a casa”, comentó entre risas.
“Podría decirte que si no hubiera sido futbolista habría sido abogado, basquetbolista u otra profesión. Pero te mentiría, sólo pienso en fútbol”.
A los 16 años hizo sus primeras pruebas en el deportivo Cuenca y quedó seleccionado para la sub18. Pero no todo ha sido fácil. Gabriel me platicó que después estuvo jugando para la sub 20 en otro club, donde aprendió más que la disciplina del deporte. “Fueron tiempos difíciles. Estuve seis meses sin cobrar, comiendo a medias y con varias crisis”.
5 cosas por las que está agradecido:
- Estar vivo y disfrutar de buena salud.
- Entender que tiene un propósito grande en su vida.
- Ver crecer a sus hijos.
- Volver a encontrar el amor.
- Levantarse cada mañana e irse a trabajar.
Más tarde, su hermano mayor lo llevó a Liga de Loja. Y, con 18 años, despuntó de una manera importante jugando como titular en varios partidos y probando distintas posiciones: desde delantero y lateral, hasta quedarse con su posición actual como defensa. “Luego de un buen juego en el Deportivo Azogues, me llevaron al Club Sport Emelec, donde tuve la oportunidad de ser subcampeón y tricampeón. De ahí jugué con la selección de mi país y crecí en todos los niveles”.
Lo número uno en la vida de Gabriel es Dios, y encuentra en su esposa e hijos el motor de su vida. Por ellos trabaja, lucha y se esfuerza. También comparte con su familia algunos de sus hobbies como jugar videojuegos, estar en casa y ver películas. Llegó a México en diciembre de 2016 y, luego de un lamentable suceso familiar, regresó de manera formal a Morelia el siguiente año, para estar en las filas del equipo Monarcas.
“El recibimiento ha sido maravilloso, desde los directores y compañeros del equipo −a quienes veo como mis hermanos−, hasta el apoyo y afición de toda la gente. Todo eso me motiva para trascender y salir adelante. Entendí que en México todas las bromas es una forma de demostrar afecto”, dice entre risas. Y aunque confiesa que una de las cosas que más extraña de Ecuador es la comida, comenta que México tiene una exquisita gastronomía que lo ayuda a no extrañar tanto el encebollado, el cuy asado y la guatita de su país natal.