Por: Darío Modotti | Fotografía: Andrés Hernández
Los mejores resultados se obtienen cuando existe pasión, esfuerzo y perseverancia.
El empresario Alejandro Pérez pudo cimentar una trayectoria con más de 15 años, gracias al compromiso de cada instante, aprovechó el camino que poco a poco se fue trazando de éxitos.
Nacido en Argentina, durante su juventud se desempeñó como jugador de fútbol, disciplina deportiva en la que al tener gran dedicación encontró las bases sólidas de la responsabilidad y el esfuerzo que se convirtieron en las herramientas más valiosas de su carrera; sin embargo, al no tener la posibilidad de prepararse profesionalmente buscó incursionar en otras áreas. Aprovechando la actividad turística de su ciudad de origen (Mar de Plata) fundó un restaurante en la playa que le abrió la puerta al mundo gastronómico del cual se enamoró, más tarde se convertiría en la cuna de grandes posibilidades.
En el año 2000 la vida lo llevó a México con el objetivo de realizar un proyecto futbolístico que no pudo concretarse, pero al ser cliente frecuente de Cambalache y crear una buena relación con los dueños, la oportunidad de formar parte del grupo restaurantero como asistente gerencial llegó a sus manos, devolviéndole la motivación para crecer.
En este puesto el sacrificio y el compromiso fueron características de su trabajo: en lugar de tener días de descanso, prefería continuar involucrado en el funcionamiento del restaurante. Sabía que ese era el tiempo preciso para aprender de cada una de las áreas, invirtió toda su energía y se empapó de conocimiento.
Tras nueve meses de labor, dando cuenta de su gran capacidad, obtuvo como recompensa la gerencia de Cambalache en Ciudad de México y, posteriormente, fue trasladado a Toluca, donde pudo explotar lo aprendido en sus inicios, conocer a profundidad los gustos de los mexicanos, entender sus necesidades y saber responder ante ellas.
La exigencia para sí mismo y el equipo de trabajo fue lo que permitió preparar adecuadamente a todos los miembros. A ellos les compartió que todos los días debe darse lo mejor, renovarse, trabajar firmemente para obtener los mejores resultados, mantener el prestigio y el nivel alto.
Dentro de este grupo pudo forjar una carrera de 15 años que le brindó los elementos necesarios para conocer el manejo óptimo de cada pieza que compone una estructura sólida en el ámbito gastronómico, tanto de forma interna como externa. Sin embargo, al sentir que no estaba dando todo de sí en el área laboral, decidió emprender un proyecto para plasmar sus ideales.
Al sentir que en la ciudad hacía falta un restaurante con personalidad más femenina, nace la idea de fundar REGGINA. El lugar que representa el papel que las mujeres están adoptando en la sociedad. Impregnaron esta esencia en la decoración, el menú y la ambientación. Los detalles permiten que sus visitantes se encuentren a sí mismos con una emoción íntima.
Con la influencia de diversos restaurantes del mundo y el gran trabajo en equipo realizado con sus socios, se plasmó el concepto de su nuevo proyecto que tiene como objetivo ser un sitio familiar y de negocios. El ambiente es universal: cualquier persona puede disfrutarlo.
Alejandro disfruta ser anfitrión, crear momentos agradables y obsequiar instantes placenteros. Su mayor satisfacción es saber que su trabajo está bien hecho cuando las personas se sienten contentas. Trabaja día a día en beneficio de sus clientes y su personal, cada paso que da es con la intención de enriquecer a la gente que lo rodea, así le devuelve a la vida la oportunidad que lo hizo consolidarse dentro de la gastronomía.