El acto de pintar le ha significado navegar a ciegas en un viaje con total disposición, buscando transformar todo el trayecto en una imagen.
Texto: Mayumy Salinas
Fotografía: Cortesía
Sin percatarse que a partir de su gusto por dibujar y pintar, estaría forjándose como artista plástica, Araceli Santana, descubrió a través del arte innumerables posibilidades de escape, esperanza, claridad, amor y rebeldía. Su obra proviene del dolor y la urgencia, durante el proceso de idearse y pintarse existen recuerdos y busca conectar con la parte más honesta de sí misma, implicándole un continuo autoconocimiento y exploración.
Parte de su proceso creativo requiere de traducir su propio mundo a imágenes que logren comunicar esa experiencia de la forma más bella y cercana a sus sentimientos, posturas o ideas. “Muchas veces un cuadro es mi análisis respecto a algún tema, es rondar la duda en mi cabeza con cada pincelada, hasta encontrar la certeza”, comenta Santana.
Con la intención de reflejar humanidad en su creación, cada una de sus obras es un viaje en donde existe la excusa del tema y con él comienza la exploración de un significado propio, comienzan a surgir preguntas, para descubrir que estos viajes no siempre resultan estimulantes y placenteros, de ellos surgen cuadros, algunas veces reconciliadores, hipnóticos, hirientes, reconfortantes, esperanzadores o mucho más bellos de lo que se esperaba, siempre llenos de sorpresas durante el trayecto de su realización.
Los personajes recurrentes en su obra son femeninos, inmóviles, silenciosos, entre sombras y tejidos, que se encuentran en situaciones personales, sensibles e introspectivas. Los rostros toman una mayor significación al igual que las emociones que guardan, por lo que la artista disfruta de pintar historias a través de los rostros de sus personajes, imaginando lo que piensan, sienten, qué les importa, a qué le temen y qué aman.
El arte de Araceli es el reflejo de lo monstruoso, lo bello, las dudas, los recuerdos y la reconstrucción de sí misma, “es la parte tangible de todo lo etéreo que soy, todo lo que pasó por mi cabeza y mi alma puede ser visto por mis ojos y tocado por mis manos en mis pinturas. Soy un filtro, un traductor a imágenes desde mi experiencia humana aquí y ahora”, declara.
Su gran acervo artístico ha estado presente en relevantes exhibiciones de arte como: Ellas, agua y paisaje (2014), Las almas de agua; Ellas, el origen de nuestras almas (2018), y este 2022, fue parte de: A través de los sueños, Mujeres construyéndose a sí mismas, Polimorfa y Origen, la inmensidad del agua. Asimismo, su arte ha sido reconocido alrededor del mundo: París, Barcelona, Monzón (España), San Petersburgo (Rusia), Toscana (Castillo de Populonia) y Madrid.
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