¿Cómo salir avante de la compleja reconstrucción de un antiguo edificio que guarda un carácter monumental, desde un sótano, con soluciones no estándar y un presupuesto mínimo? Esto es Balthazar… Bienvenidos al Calabozo.

Texto: Julieta de León   
Fotografía: Yevhenii Avramenko  

La ciudad es Kiev, el escenario un vetusto recinto que hospeda al famoso Mercado Bessarabka, reconocido como todo un monumento bajo protección patrimonial de la UNESCO. Es en este sitio donde la arquitecta y diseñadora Rina Lovko comanda un magnífico proyecto de rehabilitación de un sótano, tornándolo en punto en boga donde se convoca a personajes cautivantes bajo efectos de la música para compartir aquí sus frecuencias e historias.

Con el lenguaje mutuo con la audiencia como estandarte, Lovko y su equipo de trabajo se dieron a la construcción del proyecto, transmitiendo la elegante singularidad que a su firma ya distingue. Desde el inicio de la obra se encontraron con severos retos que la misma demandaba, el primero la altura limitada del interior, por lo que se decidió cavar el Bessarabka para conseguir una altura considerable en arcos y techos.

Vinieron más desafíos como rehabilitar la escalera del acceso principal que era corta y empinada, contra normativas de seguridad e incómoda para los clientes. Después, lo inclinado de la calle provocaba que el agua que fluye hacia el edifico le afectara seriamente, situación que se corrigió de inmediato. Aunado a esto, la bodega, la barra y la forma alargada del espacio generaban dificultades para suministrar aire fresco y expulsar dióxido de carbono, por lo que se restituyó toda la ventilación, ocultándola bajo el techo y redirigiendo su escape.

La puerta principal se restauró, dejando en ella un efecto envejecido. Ya dentro el salón es largo y estrecho, íntimo en gran medida. La sobria selección de mobiliario le da un toque de sutileza particular, de precisión inconfundible. El espectro lo reclama un color verde entre lo botella y lo olivado, maridando perfecto con el ladrillo y la madera. La iluminación es única, escenificando un crepúsculo cálido gracias también al diseño de lámparas bajo autoría de Vasily Grublyak. Para la decoración de las mesas se utilizó una chapa fina de líneas estilizadas a manera de nogal. La barra del bar se hizo de madera de barriles de vino viejos, complementando el área con el tradicional azulejo soviético “Kabanchik”.

Rina Lovko considera que cada persona y lugar dictan las condiciones, y es la arquitectura el medio para poder leerlas. Solo un enfoque así permite obtener los resultados deseados. Balthazar es prueba fiel de ello: un espacio único en el que creadores y usuarios comparten el amor por la estética y la armonía.

Arquitectura: Rina Lovko    
Ubicación: Kiev, Ucrania
www.rinalovko.com