Texto: Daniela Enciso | Fotografía: Diego Torres
Nos habla sobre acogimiento familiar, una hermosa forma de ayudar.
Desde hace 37 años, Casa Amigo Daniel se ha dedicado a brindar atención integral a niños y niñas de 0 a 6 años de edad que han sufrido algún tipo de violencia o que están en situaciones de riesgo o maltrato en el estado de Guanajuato, ofreciendo albergue, atención legal, médica, nutricional, psicológica y educativa.
Su mayor objetivo es restaurarle a los niños y niñas todos sus derechos vulnerados, desde los más conocidos como el derecho a la educación, el acceso a una alimentación y a la salud, como de los que menos se habla, como el derecho a tener una identidad, a recibir cuidado y cariño, así como uno sumamente fundamental, que es el derecho a vivir en familia.
Julia Bulle, psicóloga en Amigo Daniel y experta en acogimiento familiar, nos contó que este último derecho es el más difícil de restaurar dentro de cualquier institución, ya que, aunque se busquen cubrir todas las necesidades básicas con todo el amor, dedicación y cuidado para los niños y niñas, nunca se va a comparar con lo que se gana y recibe viviendo en familia.
“Hay estudios que estiman que por cada año institucionalizado un niño puede perder de 3 a 4 meses de su desarrollo […] incluso los niños que pasan mucho tiempo en una institución son más pequeños en talla, peso y hasta la circunferencia craneal y capacidad torácica disminuyen”, nos comenta Julia.
Además, otra de las consecuencias que se presentan en un niño institucionalizado es en su habilidad para relacionarse con otros. La labor que se realiza en Amigo Daniel está centrada en mejorar la vida de sus niños y niñas de todas las maneras posibles, pero si hay algo difícil de mantener en una casa hogar son los vínculos constantes.
“Vamos a ver las repercusiones que tiene en el apego y en las relaciones un niño que vive en una institución, ya que no tiene este vínculo constante. Por lo menos aquí tienen cuatro cuidadoras principales que rotan turnos. Los niños están perdiendo vínculos constantemente, tanto de sus compañeros como de los colaboradores que trabajan aquí. Una familia es quien le puede brindar este vínculo constante y continuo. La familia va
a ser la base el apego seguro para que el niño se pueda relacionar afuera de una mejor manera”.
Buscando combatir esta situación se crea el acogimiento familiar, o Programa de Familias Temporales como se le conoce en el estado de Guanajuato. Su objetivo es que los niños y las niñas pasen el mayor tiempo posible fuera de una institución en lo que se resuelve su situación jurídica, al mismo tiempo que se restablece su derecho a vivir en familia.
Amigo Daniel, de la mano de las autoridades correspondientes, está trabajando en dar a conocer el acogimiento familiar a más personas, esperando así poder sumar a más familias a este maravilloso proyecto.
“Para ser familia de acogida necesitas ser mayor de 25 años, radicar en el estado de Guanajuato, conformar un expediente y someterse a una evaluación psicosocial. También hay una valoración que verifica si la familia cuenta con habilidades parentales y emocionales para proteger a un niño, además de la capacidad para llevar un duelo, ya que en algún momento el niño se va a ir de esa familia”, menciona Julia.
Amigo Daniel está habilitado para instalar y desarrollar un programa de acogimiento familiar en conjunto con el DIF Estatal y PEPNNA. Esta estrategia comprende la sensibilización, acompañamiento y apoyo psicosocial a las familias interesadas y acogedoras.
Es importante no confundir el acogimiento familiar con la adopción. “La adopción tiene un carácter de solución definitiva para la vida de la niña o niño, mientras que el acogimiento familiar se trata de una medida de protección temporal, es decir, tiene un principio y un final”.
El acogimiento familiar es una hermosa forma de ayudar y cambiar vidas a un nivel inimaginable. Por eso, Amigo Daniel nos invita a conocer más de esta causa, a difundirla y a sumarnos siendo familia temporal brindando un hogar, cuidado y protección. Ningún niño o niña tendría que crecer sin el amor de una familia.
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