El sonido es un ente complejo: comparado con la manera cuasi predecible en que se comporta al aire libre, al interior de un recinto cerrado el desafío de dominarlo es mucho más complicado.

Texto: Daniel Ruvalcaba   
Firma Arquitectónica: Quorum Acoustics
Fotografía: Diego Torres
www.quorum-acoustics.com

Ya sea una habitación, un salón de clase, un restaurante, un cine o un auditorio, la percepción aural de un individuo depende del tamaño y forma del espacio en cuestión (volumen cúbico y su correcta distribución), además de los materiales utilizados en su construcción. El sonido, al generarse dentro de un espacio, impacta los muros, techos, pisos, ventanas y puertas. Si estos elementos son pesados, un mínimo porcentaje de la energía acústica se transmite al exterior, atravesándolos, mientras que la mayor parte de la energía se queda dentro pasando por un proceso que depende del tipo de material utilizado como acabado. Todos los acabados arquitectónicos tienen propiedades acústicas. Lo que hacen con el sonido es lo que marca la diferencia entre ellos, de tal manera que son capaces de producir reflexión, absorción o dispersión del sonido. Materiales fabricados con fibras sintéticas o textiles, e incluso las personas, tienen propiedades de absorción por arriba del 80%, lo que significa que el otro 20% de la energía es reflejada de regreso al recinto donde se instala. Por su parte, materiales como concreto, ladrillos, tablaroca, pisos cerámicos, cristales y maderas lisas son reflejantes del sonido por arriba del 95%, absorbiendo tan solo el 5% del sonido que les impacta.

Por ejemplificar varios escenarios: cuando se cuenta con mobiliario el sonido se dispersa haciendo más fácil su absorción gracias al uso de paneles colocados en la pared o el diseño adecuado de un plafón absorbente, como es el caso de lo realizado en el Restaurante Orangerie. En ocasiones, la combinación de ambos tipos de materiales se requiere para fortalecer la comunicación verbal sin el uso de sistemas de audio, concentrando la energía de un orador para dirigirla hacia los asistentes; de igual forma, esta mixtura de elementos acústicos es necesaria en espacios donde se graba música o voz, ya que un exceso de material absorbente puede modificar los timbres de los instrumentos musicales.

Finalmente, las salas de concierto utilizan como única superficie de absorción a la audiencia, dejando todo el peso del diseño a un manejo preciso de geometrías y el volumen cúbico usando exclusivamente materiales conocidos por sus cualidades reflejantes y de dispersión, tal es el diseño acústico del Auditorio Renacimiento, ubicado en la ciudad de León, Guanajuato.