Para el arquitecto especialista en diseño de espacios de trabajo, las organizaciones del futuro serán empresas que puedan cambiar y abrazar el cambio. Juan Carlos es un futurista, un especialista convencido de que el diseño no es un asunto de élite, por el contrario, es un factor capaz de generar felicidad.
Redacción: Mario Preciado (IG: @mariopreciado_).
Fotografía: Cortesía SPACE
Desde hace unos veinte años, el arquitecto Juan Carlos Baumgartner ha trabajado con la premisa de que el diseño puede generar felicidad, él y su equipo se han preparado en ello. Es socio director del despacho SPACE, el cual se ha distinguido por trabajar con grandes corporaciones en el diseño de sus espacios.
El eje de sus proyectos ha sido el factor humano; y ahora, con una pandemia instalada en todo el mundo, ha cobrado aún mayor importancia el desarrollar proyectos que antepongan el bienestar de las personas y el preparar a las empresas al cambio.
Al principio de la pandemia trabajaste en SPACE con algunos talleres, ¿en qué consistieron?
“Nos dimos cuenta de que la mayoría de las organizaciones se estaban enfocando en sobrevivir, viendo cómo mandaban a la gente a trabajar desde sus casas. Y veíamos que había pocas organizaciones deteniéndose a ver el otro lado de la moneda, analizando cómo podrían generar nuevas oportunidades y cómo se tendrían que reinventar; cómo podía ser el futuro y cómo podían adelantarse.
El despacho siempre ha sido muy disruptivo, ha construido alrededor del concepto innovación. Y, en muchas ocasiones, somos mucho más que un espacio de arquitectura. Lo que hacemos es ayudarle al cliente a predecir de alguna manera cómo podría ser su futuro, y luego le diseñamos espacios para que pueda trabajar acorde al futuro que está aspirando.
Decidimos entonces aplicar esa filosofía de futuristas en este taller. Buscamos a nuestros clientes más cercanos, a los que creíamos que podrían aprovecharlo (…) Justo lo que trabajamos con las organizaciones fue cómo lo que estaba sucediendo podía convertirse en oportunidades, nuevas líneas de producto, nuevas líneas de negocio, y cómo adelantarse a lo que iba a venir, con tecnología y con cambio de mindset. Y funcionó muy bien”.
Con una situación como la que vivimos, ¿cuál podría ser el futuro de sitios como los co-working spaces?
“Creo que los co-working, igual que todas las organizaciones, tendrán que cuestionarse, porque el modelo de trabajo y los requerimientos a los que respondían han cambiado mucho. Estaban construidos principalmente para que tuvieras que trabajar allí (…) y lo que estamos viendo es que la gente puede trabajar en muchos otros lugares y que no necesitas ir a un espacio físico para trabajar (…) Por un periodo corto de tiempo funciona y podemos sobrevivir así, pero imagínate al rato que no tengas la menor idea de quienes son la mitad de la organización ni qué cultura organizacional tienen. No puedes influir ni en la cultura ni en los valores de la organización porque no los ves. Hay cosas que simplemente no se pueden hacer de manera remota.
Y ahora, lo que empezará a suceder es que las oficinas van a comenzar a responder a esas otras cosas (…) La prioridad dejó de ser el escritorio, de hecho, el escritorio comienza a ser bastante irrelevante en muchas organizaciones. Y lo que se empieza a ver es cómo construyo cultura, cómo genero innovación, cómo socializo, cómo hago engagement con la gente (…)”.
Como organización misma, ¿qué cambios tendrá que hace SPACE para seguir con su evolución?
“Todas las empresas van a tener que volverse más resilientes de lo que ya eran, nosotros no somos la excepción. Estamos trabajando con una socia en España, la psicóloga que colaboró con nosotros en el taller; ella es especialista en cambio de mindset y justo lo que estamos trabajando es analizar la velocidad del cambio que tiene mi propia organización (…) Hay gente a la que no le gusta cambiar, le incomoda y no tiene las herramientas psicológicas para enfrentar los cambios. Hay gente a la que le encanta y le emociona cambiar. Y, dentro de ese espectro, todas las organizaciones tienen distintas velocidades de cambio (…) Entonces, una de las cosas que le estamos recomendando a nuestros clientes es algo que vino a hacer el COVID: acelerar los cambios (…)”.
Juan Carlos pone de ejemplo el comercio electrónico, el cual en México tuvo que avanzar a pasos agigantados; tan sólo en los supermercados, tendrá una consecuencia: conforme los clientes compren más vía online, las tiendas requerirán menos piso de venta y más centros de acopio o de distribución de productos. “Las organizaciones exitosas del futuro, serán empresas que puedan cambiar y abrazar el cambio”.
¿Consideras que de alguna manera las personas valoran cada vez más el diseño?
“Yo me siento corresponsable del avance que ha tenido, particularmente en México, el cómo se entiende el diseño. Por mucho tiempo el diseño se vio como si fuera un tema superficial de élite (…) como un privilegio. Y nosotros hemos luchado muchísimo para mandar el mensaje de que es superimportante como herramienta para mejorar la vida de las personas, no importa en qué nivel socioeconómico estés.
Hay pocas cosas que te puedan impactar de manera tan positiva. Y, al final del día, si ves el costo del diseño contra lo que cuesta ejecutar, hacer (por ejemplo) un segundo piso feo, cuesta lo mismo que hacer un piso diseñado y bonito (…) En muchas ocasiones es más falta de cultura y de conocimiento que de recursos. Definitivamente en México creo que ha habido en los últimos años –y somos partes de eso– un gran movimiento por hacer entender a la gente la importancia del diseño como herramienta de bienestar”.