París 2024: Unas olimpiadas para los libros.
Por: Fernanda Rodriguez @ferrodriguezcal
Francia es un país de cultura y de valores. Hay cosas que para los franceses son esenciales. La libertad, sí; la igualdad, también; la fraternidad, claro. Pero también hay otras más que no recitan a modo de lema oficial y que de todos modos forman parte de todo lo que hacen. Estos juegos olímpicos han sido el escenario perfecto para evidenciarlas.
La primera, la estética. Más que a forma de disciplina o arte, Francia tiene un vínculo inherente con la apreciación de la belleza. Así, descubrir que los escenarios de estos juegos olímpicos son palacios, jardines y explanadas con paisajes de postal, me parece coherente.
La segunda, el espacio público. Si le preguntas a un francés dónde hacer una inauguración, te dirá en los malecones del río Sena. Y la tercera, el espectáculo. En el sentido de introducir guiños a rituales teatrales al comienzo de cada partido o como pedir a un director y dramaturgo organizar la ceremonia de apertura.
Las olimpiadas, por otro lado, siempre han sido momentos de compartir entre naciones, de demostrar colaboración, compañerismo y sentido deportivo. Las semanas que duran los juegos, personas alrededor del mundo nos conectamos por un mismo motivo. En los más de 100 km cuadrados que tiene París, personas de todos los países participan en un evento en común. Bailarines, organizadores, staff, conductores, restauradores y personal diverso, todos alrededor de hacer lucir el increíble trabajo que hacen los deportistas con su determinación y talento.
Los días de las olimpiadas son una fiesta a la que todos estamos invitados, inclusive aquellos quienes no solemos seguir cotidianamente los eventos deportivos. Porque en realidad, esa es la magia de las olimpiadas. Son mucho más que deportes. Son emoción, patriotismo y admiración. Las olimpiadas son muestra de la capacidad humana cuando esta es orientada hacia una meta en común, apoyada por una comunidad detrás.
En lo personal, haber vivido una edición de este emocionante evento en una ciudad que me inspira tanto como lo hace París, es un momento trascendental que sin duda me recuerda los valores más importantes de la humanidad y el sentido que tiene trabajar en conjunto por cosas más grandes que nosotros mismos.
Aprovechemos estos últimos días de olimpiadas. Desde París o desde casa, vivamos juntos la joie de los juegos.