Una frase de ‘Crimen y Castigo’, obra literaria de gran importancia escrita por Dostoievski, es la siguiente: ‘Lo más indignante no son los errores de la gente: uno puede equivocarse; las equivocaciones conducen a la verdad. Lo que me saca de mis casillas es que, aun equivocándose, se creen infalibles’.
Redacción: Coach Hugo Jaramillo (@hugojaramillocoach).
Fotografía: Especial.
En ella, se devela aquel que es, ni más ni menos, el principal obstáculo en el crecimiento personal: la soberbia.
Cuando una persona considera que ya lo sabe todo, que no tiene nada que aprender, y mucho menos de las demás personas, se cierra a la búsqueda de lo más importante: la verdad. Por ello, la humildad es una virtud, porque la persona humilde reconoce la posibilidad latente de que alguien pueda tener una mejor alternativa, una perspectiva diferente que vale la pena reflexionar; pues sabe que aún tiene mucho que aprender.
Cuando Jesucristo dijo: ‘Manténganse humildes’, desde mi perspectiva, no significa buscar ser pobres; pues no es lo mismo humildad que pobreza. La humildad se procura, pues es el recipiente de la sabiduría. La pobreza, en cambio, es carencia, y la carencia no debe procurarse, sino todo lo contrario, se debe buscar salir de ella.
La pobreza no es sólo material, existen muchos tipos: la pobreza de espíritu, la incapacidad para distinguir lo que es bueno de lo que es malo; la pobreza mental, la carencia de conocimiento o iluminación; la ignorancia, la más negra de las noches, para la que no hay amanecer, pues persevera, precisamente, en la mente del que es soberbio.
Seamos humildes de corazón: abiertos a recibir la luz de la sabiduría; pues sólo a través de ella podemos desarrollar la capacidad para distinguir la verdad del error y la realidad de la fantasía. Sólo así aspiraremos a volvernos mejores; sólo así estaremos preparados y fuertes para enfrentarnos a la adversidad, así como a todos los retos que vienen con el maravilloso regalo de la vida. ¡Ten el valor de hacer lo necesario para tener un excelente día!