Una meta a largo plazo de la vida adulta
Texto: Aldo Hassan
Fotografía: Cortesía
Hace poco, mientras intentaba ser un adulto funcional, caí en cuenta de que en los anuncios espectaculares que promueven bienes raíces siempre aparece la misma foto: una pareja en sus treinta y tantos, con uno o dos hijos, sonriendo en algún espacio con árboles alrededor.
Me quedé pensando si será la estrategia más eficiente, pero entiendo por qué lo hacen. Claro que el programa social dice: “Se casaron y fueron felices por siempre”, como si comprar una casa no fuera también una meta de alguien sin pareja. No obstante, todos conocemos a una mujer o a un hombre solteros y con más solvencia económica por sí solos que muchas parejas casadas.
Años y años de éste y otros ejemplos en las campañas publicitarias contrastan con el hecho de que la tasa de matrimonios ha decrecido y la de dinks aumentado. Los millennials y los aún más jóvenes rechazan la idea de que solamente casándose se puede ser feliz y exitoso, pero en la medida en que las empresas adopten esa idea, veremos más mujeres empoderadas con la leyenda: “compra tu casa”, madres solteras y hombres igual de sonrientes que los modelos de las escenas familiares.
No por el hecho de que el comercial diga “para tu familia”, significa que no lo puedas tener o querer. Asimismo, se vale preguntarse si esas creencias limitantes se han traducido a otra parte de tu vida –por sencilla que sea– como viajar solo, ir solo al cine, etcétera.
Si lo piensas bien, a veces rentar es más caro que comprar un inmueble, pero “me endeudo 20 años” suele ser la queja, aunque dejar de trabajar durante los próximos 20 años no luce probable en este mundo capitalista en el que vivimos. Así que, si bien casarse y tener hijos es algo genial, tanto como lo es elegir otro camino, en ambos casos vale la pena tener un espacio propio del cual nadie te pueda echar si ocurre una pandemia o debas trabajar a distancia.