Dicen que “recordar es volver a vivir” y eso es lo que representan los vinilos para mí.
Por: Francisco Suárez Gutiérrez
Fotografías: Cortesía
Frecuentemente me preguntan cómo adquirí el gusto por la música y por los equipos de audio de alta gama o de referencia, y yo les respondo que fue escuchando música con mi padre: los momentos más emotivos e importantes que viví junto a él. Esto, representa para mí una experiencia que cambió mi vida. Una vivencia habitual que iniciaba al encender el equipo estéreo; que continuaba al sacar la colección de música que tanto cuidaba papá, y al escoger un disco que, dicho sea de paso, siempre merecía una exquisita explicación de todo el arte de la portada; de la composición y arreglo en cuestión, entre otros detalles de referencia que mi progenitor exponía con lucidez.
Finalmente, se procedía a la experiencia sonora. Una atenta y feliz escucha de las canciones. Un cúmulo de alegría que, con frecuencia, además de las sonrisas, se armonizaba con los ojos enjugados. Me resulta curioso cómo algo tan cotidiano y sencillo puede lograr tanto: embebernos en situaciones de vida tales como el amor, la esperanza, la protesta en su tono preciso, el desamor, el nacimiento, la muerte, nuestra nacionalidad, entre muchas vivencias más. Con frecuencia descubro que hay casi una canción para cada sentimiento, para cada pregunta y momentos de la vida, lo que va fortaleciendo mi afición por determinados géneros.
Fotografías:
1.-Foto de Ksenia Chernaya: https://www.pexels.com/es-es/foto/arte-pared-casa-vintage-3952039
2.-Foto de cottonbro: https://www.pexels.com/es-es/foto/persona-vintage-sujetando-coleccion-6867598/
3.-Foto de KoolShooters: https://www.pexels.com/es-es/foto/hombre-en-sueter-gris-mirando-un-disco-de-vinilo-6621608/
En mi infancia no pasó mucho para que pudiera desarrollar la sensibilidad y madurez propia de la edad, al ritmo de los sonidos musicales. Al transcurrir del tiempo entendí que este bello arte me conectaba con los demás y con el entorno; que me generaba una raigambre de afecto sólido y profundo. Comprendí que inmersas en las letras de esas canciones están las vivencias de mi infancia, y de las demás etapas de la vida. Resumí que la música para mí tiene olor grato de familia y de comunidad.
Mi papá contaba que a él también le rompieron el corazón y en la música encontró siempre un remanso de paz; que le gustaba bailar “al son de buen danzón”, que se transformaba con el mambo de Pérez Prado o el Big Band de Ray Conniff, y así caí en cuenta que él había vivido lo que yo estaba viendo o ya había sentido a borbotones.
La música ha sido la vía por la que se me forjó una identidad personal, familiar y social; el camino que he recorrido para estrechar lazos de afecto y colaboración en la diversidad de contextos en los que, también, he comprado algunos mitos felices que me habitan.
Gracias a la música y mis discos soy capaz de volver al pasado y recrear estas emociones en el presente con mi padre. Escuchar música, especialmente en vinil, en un sistema de audio adecuado, es una experiencia singular. ¿Verdad, querido lector, que tanto el vinil como yo no estamos pasados de moda?…