En ocasiones, los eventos que parecer ser un infortunio se convierten en nuestra mayor oportunidad.
Por: Alexei Hinojos
Fotografía: Cortesía
Rafael, con tan sólo 17 años, tuvo una experiencia que dio a su vida un giro radical que lo definió totalmente. Había decidido convertirse en piloto aviador. Sin embargo, por lo que él llama “autosabotaje”, no ingresó en este ámbito. En ese momento hizo una profunda reflexión y comprendió que su camino estaba en otro lado, le pidió a su padre que lo acompañara a buscar una escuela para estudiar Estilismo; y su familia, sin dudarlo, lo apoyó.
En su casa de estudios tuvo una relación estrecha con el director, trabajó horas extras con él, pasó noches practicando y mejorando su técnica. Su primer empleo fue impartiendo cursos y seminarios, lo que llamó la atención de marcas como Revlon y L’Oréal. Uno de sus logros fue convertirse en terapeuta capilar de Kerastas, oportunidad que muy pocos consiguen, pues requiere de una gran preparación.
Tras un accidente, tuvo que dejar su vida profesional, pues se mantuvo en recuperación. Una vez que salió de este fuerte episodio, siguió con su preparación y aprendizaje en el extrajero, en países como Barcelona, París y Grecia, en donde conoció y se capacitó con Angelo Valillo, entre otros de los mejores estilitas del mundo.
Sin miedo al éxito y a la crítica, desarrolló su marca personal y salón en Metepec. Fomentar un vínculo con los clientes es esencial, por ello se esfuerza por darles un trato personalizado que los haga sentir valiosos y especiales. El estilista afirma: “La vida está hecha de experiencias y, por mínimas que sean, pueden volverse maravillosas”. Tras un largo trayecto, se encuentra satisfecho por las experiencias y aprendizajes; sueña con crear más y dejar huella en las personas que entregan su confianza a Rafael Estopier.