EXPEDICIÓN EN EL SÉPTIMO CONTINENTE.
Por: Gerardo Fabre “El Biut” (@elbiut)
La Antártida es, sin duda alguna, un destino bastante alejado de la civilización que se siente muy remoto de todo lo conocido. En esta ocasión tuve la oportunidad de conocerlo a bordo de un crucero de expedición.
Es el cuarto continente más grande de nuestro planeta y está cubierto de hielo casi en su totalidad, aunque la península que visitamos cuenta con una gran extensión de tierra, montañas e islas que no tienen hielo, y pueden ser visitadas sin ningún problema a lo largo del verano.
El Tratado Antártico es el que rige las regulaciones de este continente, y está conformado por 38 países. Esta organización también regula a todas las navieras del mundo que hacen viajes y expediciones a la Antártida, por lo que hay que seguir al pie de la letra sus reglas. Por ejemplo, al salir del crucero en los zodiacs, que era la única manera de llegar a tierra, tienes que desinfectar cualquier artículo que vaya a tocar la superficie (como tus botas), lo mismo al regresar al crucero; esto tiene la finalidad de no llevar virus o bacterias de un punto a otro,
evitando que pueda afectar la vida animal de la Antártida.
Tampoco se puede pintar o marcar cualquier cosa, ya sea en la nieve, hielo o tierra; no está permitido sentarse o acostarse en ningún punto, tampoco se pueden volar drones, solo en excepciones muy reguladas, y mucho menos llevarse cualquier cosa, por más diminuta e insignificante que sea. Cada crucero y compañía tiene que supervisar y llevar a cabo estos reglamentos con sus pasajeros para poder visitar cualquier
punto de la Antártida.
El Seabourn Venture es uno de los cruceros de súper lujo de esta
naviera que ofrece expediciones a la Antártida, lo que significa
que no hay un itinerario con anticipación, cada día por la tarde
el capitán y el equipo de expedición deciden qué lugares se visitarán. Los recorridos solo se pueden hacer en los zodiacs (lanchas diseñadas para estos sitios), pero también está la opción de sumergirse en un submarino o hacer un paseo en kayak.
Todas estas posibilidades son experiencias únicas, ya que con cada crucero ves y conoces cosas diferentes, lo que hace que el viaje a la Antártida sea emocionante, inolvidable y épico. Seabourn Venture es de los pocos cruceros que en sus recorridos puedes ver muy de cerca pingüinos, focas, ballenas, aves, glaciares, icebergs, entre otros paisajes únicos.
Dentro de mi viaje en el crucero pude sumergirme y sentir el mar de la
Antártida en el Polar Plunge. Fue, sin duda alguna, un viaje extremadamente memorable.