Texto: Redacción Maxwell | Fotografía: Cortesía Casa Hoyos

El proyecto reúne colaboraciones de varios artistas y
diseñadores mexicanos, entre los que destacan: Melissa Ávila,
Isaac Cruz, Paloma Layseca, Andrea Flores y Lucía Soto.

Ubicado en una de las casas más emblemáticas de San Miguel de Allende –perteneciente a cuatro generaciones de la familia Hoyos-, Casa Hoyos presenta una propuesta innovadora, donde su identidad radica en lo moderno, al mismo tiempo que reivindica el legado colonial.

La reinterpretación de la arquitectura interior estuvo a cargo de A-G Studio, tomando como punto de partida el estilo de casona española en la que dialogan la tradición, la vanguardia y diversas metáforas que, a través de un juego de geometría y colores, evocan los diferentes negocios que albergó la propiedad.

La inspiración del proyecto arquitectónico deriva de tres momentos clave en la historia del inmueble: la llegada de Julián Hoyos desde España, la apertura de la primera casa de cambio y su posterior conversión en tienda de granos y semillas. Cada momento influyó en la selección de materiales y elementos decorativos que dan vida a este hotel.

Siguiendo una distribución concéntrica, el hotel, ubicado en la planta baja y el primer nivel, se organiza alrededor de un patio central abierto, bordeado por balcones de estilo andaluz, que recuerda a una típica casa del sur de España. Al fondo del primer nivel, el mural de la Virgen dolorosa de Loreto, fabricada y pintada a mano en talavera vidriada de Dolores Hidalgo, corona un altar que refleja una de las tradiciones religiosas más arraigadas de la Península Ibérica.

Debajo de la virgen se encuentra el mueble que fungió como mostrador original de la casa de cambio. Otros elementos que se encontraron en la casa durante años se recuperaron para darles una nueva vida, quedando como testigos del pasado. El interior de cada una de las 16 habitaciones cuenta con mobiliario diseñado de manera integral por A-G Studio.

Las piezas contemporáneas aúnan elementos del barroco colonial. Además, se confeccionaron gobelinos de lana tejidos a mano con antiguas técnicas oaxaqueñas que no utilizan electricidad. Estos fueron diseñados por la artista mexicana Melissa Ávila, representando, uno a uno, a los integrantes de la familia.

En su paleta de colores predomina el amarillo, plasmado en azulejos de barro vidriado que en su disposición simbolizan una mazorca de maíz. Combinando con el amarillo se encuentra un abanico de tonos ocres y rojos presentes en los suelos de baldosas de barro, así como en algunos textiles de lana trabajada en el estado Guanajuato.

Los pisos de los corredores de las áreas comunes se conforman de loseta de pasta negra y se conectan con el interior de las habitaciones. Recubierta de azulejo de barro, la parte interior de los arcos que rodean el patio representa el vientre de las serpientes que componen el escudo heráldico de la familia Hoyos.

Rememorando el modernismo mexicano, toda la fachada interior es de una sola pieza de concreto puro. En el diseño de los interiores destacan las macetas de yeso con incrustaciones de espejo, una reinterpretación contemporánea de aquellas que decoraron la casa en el pasado. Estas piezas mexicanas -diseñadas por Paloma Layseca- tienen un tinte morisco que armoniza sutilmente con la estética ecléctica del proyecto.

Casa Hoyos es un hotel con espíritu joven que se convierte en una metáfora perfecta de un nuevo San Miguel que no olvida sus clásicos, pero que al mismo tiempo abre la puerta a una nueva generación de nómadas globales que buscan descubrir la verdadera esencia del lugar.