Crear arte “es el gozo de lo contingente en la experiencia del proceso en la creación de la obra”.

Por: Jania Salcedo
Fotografía: Natalia Toscano / Daniel Orozco

Observar el arte de Sergio Garval y no sentir ni una mínima provocación, es algo casi imposible. Con un discurso artístico que conlleva al impacto y la confrontación de los espectadores ante temas de la actualidad como la mediática, el poder y la posverdad, la obra del artista tapatío Sergio Garval destaca por mostrar a una sociedad en destrucción y corroída por sus propias corrupciones, soberbia y egoísmo. 

Garval se alimenta de la historia, de la filosofía, de la poesía y de otras manifestaciones artísticas, además de la vida misma, las cuales se convierten en actos de pensamiento y reflexión para crear construcciones artísticas que parten en dos líneas, lo estético y el discurso, el cual resalta al estar siempre abierto a que el mundo le dé una señal, “el secreto es hacer uso de la capacidad de intuición y observación ejercitada a través del tiempo, y estar permanentemente abiertos y sensibles en reconocer signos, señales o la manifestación que genere la eclosión de una posibilidad creativa”.

Plasmando su talento en las técnicas de escultura, grabado, dibujo y pintura, su obra se caracteriza por exponer situaciones de realidad y teatralidad en escenarios incluso suprarrealistas donde el ser humano y su condición es el pilar de su obra. Sus matices y las texturas, aunado a las expresiones reveladas de manera detallada, componen obras que se salen de lo convencional, que te invitan a ser más que un espectador, un partícipe, a partir de la reflexión, la crítica o la generación de una emoción.

El gusto por la expresión plástica surgió de manera informal con el simple encuentro con lápices de colores y papel creando sus primeras manifestaciones plásticas en su juventud, las cuales consistían en dibujo y pintura al óleo. Pero es entonces cuando los conceptos arte y artista se impregnan en sus manos y formaliza ingresando a la escuela de artes de la Universidad de Guadalajara y prontamente el arte se convirtió en una extensión de su ser, en una “constante de posibilidad constitutiva a nivel existencial”. Además, estudió en el School of Visual Arts de Nueva York y fue discípulo de Luis Nishizawa. 

Para él, crear arte es tener “la posibilidad de convertirte en una entidad demiurgo, donde, a través de algún medio expresivo, la idea se convierte en eventualidad ontólogica”. Todo comienza desde el primer momento que él denomina como epifanía, que es cuando las ideas surgen hasta el placer único que siente al momento de tener su pieza realizada, la cual es el resultado de sus inquietudes introspectivas que surgen a partir de un encuentro provocativo interno. 

Con una carrera consolidada, ha sido merecedor de varios premios nacionales y reconocido a nivel internacional contando con alrededor de 250 muestras entre colectivas e individuales en espacios públicos y privados. Debido a su talento, recientemente su sello artístico ha sido marcado en las calles de Guadalajara con sus esculturas Las Tres Gracias, las cuales representan la abundancia, la belleza y la alegría, montadas sobre la locura, la muerte y la ceguera. Ahora continúa avanzando por esta aventura, que es la vida, con una sed creativa inagotable. Actualmente se encuentra trabajando en una colección de obras que parten de estudios y ensayos de pensadores sobre el desarrollo de la actual condición humana. 

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