Texto y fotografía: Fernanda Rodríguez (@ferrodriguezcal)

Si eres aficionado al arte, los puntos de colores, las calabazas y los infinity rooms, debes saber de quien estamos hablando. Los amantes de la moda, por otro lado, seguro están familiarizados con las más recientes colecciones y campañas de la icónica marca Louis Vuitton. La moda y el arte son dos mundos paralelos que tocan los espectros compartidos del lujo, de la emoción y de la expresión, pero que no siempre tienen la oportunidad de coexistir tan de cerca. Por eso, cuando una colaboración como la de Yayoi Kusama y LV cobra vida, el efecto en la cultura suele ser tan trascendente.

Diez años después de su primer cruce, la Maison francesa y la artista japonesa se vuelven a encontrar. Con instalaciones monumentales en las boutiques de Champs Elysées y Avenue Montaigne, desafiando los bordes entre el merchandising, la escultura, el marketing y el arte, París se volvió el escenario de un extraordinario espectáculo. Las insignias de Kusama de la mano del glamour de Vuitton incitan conversaciones, choques y disidencias, pero sobre todo, inspiran sentimientos. ¿Y qué no es eso lo que tendría que hacer el arte?