Redacción MAXWELL | Fotografía: Cortesía Bvlgari

No hay manera de evitar enamorarse de su mirada. Úrsula es la expresión moderna de la feminidad; una chica aguerrida con una personalidad que aparenta guardar los más temibles secretos, como aquéllos que nos conquistaron en ‘La casa de papel’. No es nada más que un misticismo único, una belleza excepcional.

Úrsula Corberó es una actriz con fuerza; su camino en la industria del entretenimiento se remonta 16 años atrás, cuando interpretó el papel de la hija de Teresa Valldaura en la miniserie ‘Mirall trencat’ en TV3. Esta experiencia la ayudó a profundizar en un abanico de matices para configurar distintos tipos de personajes. Ella es de padres que no tienen ningún vínculo con el espectáculo; sin embargo, desde los seis años se vio envuelta en el medio iniciando con ciertas campañas publicitarias.

Contrario a lo que muchos podrían imaginarse, su infancia en Sant Antoni de Vilamojor (Barcelona) fue totalmente naíf: organizaba desfiles para su familia con música, luces y Barbies –Úrsula era la presentadora−. Fue tal su ilusión, que tomó clases de Actuación y Canto. A los 17 años fue seleccionada para el casting de la serie de televisión ‘Sin tetas no hay paraíso’, lo cual la llevó a Madrid. Iba a ser una de las amigas de la protagonista (Amaia Salamanca), pero hubo cambios en la historia y no participó.

No es que Úrsula Corberó sea poseedora de una personalidad desfachatada; simplemente, Úrsula vive fuera de ataduras.

Una vez en Madrid, decidió seguir participando en castings, así encontró el proyecto que la catapultó a la fama: la serie ‘Física o química’, donde interpretó el papel de Ruth Gómez Quintana, una adolescente rica que perdió a sus padres en un accidente de coche. Este proyecto, le brindó la oportunidad de cantar uno de los temas: ‘El precio de la verdad’. Desde entonces, se ha convertido en uno de los rostros más populares de la televisión. La hemos visto en papeles protagónicos, en series como ‘Gran reserva’ (2013), ‘Isabel’ (2014), ‘Anclados’ (2015), ‘La embajada’ (2016) y ‘La casa de papel’ (2017). Ésta última, explica la actriz, ha supuesto un giro importante en su carrera, porque le ha permitido mostrar una imagen más dura y contundente después de interpretar el papel de chica fina. Este verano llegará a Netflix su tercera temporada.

Éxito vertiginoso

A nadie se le educa para ser una figura pública, al menos que se nazca en la realeza; los medios de comunicación la hacían sentir extraña. ‘Física o química’ le dio gran capacidad adquisitiva y la educación financiera se convirtió en una de sus áreas de oportunidad. “Era maravilloso tener dinero, claro; pero me lo gastaba todo. Es lo que tiene ser joven y no estar acostumbrada. Mi perdición era la moda”. Úrsula sólo deseaba irse con sus amigos de fiesta e invitarles la cena a todos.

El cambio que experimentó fue abrupto, se mudó de un sitio pequeño y relajado a una ciudad frenética y potente. Le costaba entender el funcionamiento de las relaciones interpersonales de los famosos, esa dinámica de conocer a un colega y al día siguiente ser los mejores amigos. El deporte es una actividad que le genera placer y estabilidad, entre sus prácticas recurrentes se encuentra el yoga.

‘La casa de papel’

Un momento que marcó un antes y un después en la historia de Úrsula es ‘La Casa de Papel’. ‘Tokio’ −dura, impulsiva, con una aparente falta de empatía− le brindó la oportunidad de renunciar al papel de mujer fina e ingenua que en muchos casos rozaba la superficialidad. La vida de este personaje siempre fue un subibaja, ‘Tokio’ ingresó en el mundo del crimen con 14 años de edad, siguiendo los pasos de su novio de 28. Desde entonces, alternó períodos de normalidad con su empleo convencional: atraco de camiones; eso sí, cada vez más audaces. No es que sea poseedora de una personalidad desfachatada, Úrsula Corberó vive, sencillamente, fuera de ataduras.

En la famosa serie de Netflix, ‘La casa de papel’, Úrsula interpreta a ‘Tokio’: dura e impulsiva, difícil de comprender; un personaje que la alejó de las mujeres finas e ingenuas. Una Tokio que, al igual que el resto de los atracantes, en algunos momentos nos hace fantasear con las mieles de lo prohibido.

Personalidad exuberante

Es difícil imaginar a Úrsula como una mujer apacible, su naturaleza inquieta fue la brújula que la llevó a la conquista de proyectos ambiciosos, aunado a su encanto espontáneo, que ha hechizado numerosas marcas. En la campaña de Bvlgari, capturada por el aclamado fotógrafo Mario Sorrenti, Úrsula fue la embajadora para reflejar la alegría que caracteriza a la cultura romana. En esta colección, la flor es motivo de joyería clásica, una exaltación de la belleza. Cuatro pétalos formados con oro e incrustaciones de diamante, bien podrían representar un trébol de cuatro hojas: símbolo de la buena suerte. No hay nadie como Úrsula para ser la embajadora de esta serie, su magnetismo fue la clave que la llevó a la cima; así como la mujer que inmortaliza Bvlgari colección tras colección. “Tengo una debilidad por las flores, son un símbolo de vida. Y no hay nada más luminoso que un diamante. Quien usa un diamante siente que brilla, y yo siento que brillo”.

“La dolce vita para mí es el sentirse libre, el no juzgarse a uno mismo”.