Sus imágenes presentan objetos y sujetos, que son los personajes principales de las pequeñas historias de la vida cotidiana.

Texto: Matty Guzmán
Fotografía: Cortesía

Liliana Jemal Mendoza es una mujer que gusta del buen comer, los viajes, los animales y en especial, la fotografía.

Tiene más de 20 años dedicándose a esta gran pasión; su interés por la cámara surgió cuando veía las películas del cine de oro con su mamá y descubrió las imágenes extraordinarias de Gabriel Figueroa.

“Mi deseo en un principio era estudiar cine, que por azares del destino no pude, pero afortunadamente pude estudiar la carrera de fotografía en la Universidad de St. Edwards en Austin, Texas”. Hizo un postgrado en fotoperiodismo en la UAB en Barcelona, en donde vivió 7 años. A su regreso a Uruapan (su lugar de nacimiento), sus amigas le pedían que les hiciera retratos de sus bodas y así comenzó su camino.

Con su gran trayectoria, hoy en día ha decidido arriesgarse, salirse de su zona de confort, que para ella era la fotografía comercial, y aventurarse a contar otro tipo de historias sobre las cosas que le conmueven e interesan en este momento.

A Liliana le encanta la fotografía documental. Le inspira el trabajo de fotógrafas como Tina Modotti, Francesca Woodman, Graciela Iturbide, Cristina de Middel, Diana Markosain y Julia Borissova. “Estoy ilusionada por continuar y profundizar en mis nuevos proyectos personales; entre ellos un fotolibro que tiene mucho que ver con mi ciudad”, comentó entre sonrisas.

También ha encontrado un estilo propio. Sus imágenes presentan objetos y sujetos que son los personajes principales de las pequeñas historias de la vida cotidiana; narraciones sutiles que a través de las huellas del tiempo, las grietas, las arrugas, el desgaste o el abandono, dan muestras de una vida mas allá de la existencia aparente.

Para ella, el arte es la forma en la que podemos expresarnos libremente y la única manera de exteriorizar lo que hay en su mente, porque con la fotografía descubre cosas suyas que a veces ni ella misma es consciente de que existían.

Acerca de Estudio 43 nos cuenta que nació de la necesidad de profundizar en los temas del arte y la fotografía. “Es un colectivo que formamos con mi pareja (Matías Alvares). Somos dos artistas visuales con miradas distintas pero que se complementan; realizamos proyectos juntos que van desde lo documental, lo editorial, la pintura, la gráfica y los medios audiovisuales; hacemos algo de gestión cultural, apoyamos y colaboramos con diferentes artistas de nuestra ciudad”, finalizó.