El pintor tapatío se muestra satisfecho de que sus obras sean cada vez más buscadas por coleccionistas.

Texto y fotografía: Fabio Mendoza

Desde pequeño, atraído hacia la pintura y el arte, comenzó su preparación a los 13 años. Muchos premios y exposiciones después, Monraz piensa y siente que ha llegado a un momento de madurez en su oficio de artista plástico, tanto en la técnica como en los conceptos que aborda, pero siempre en la búsqueda constante de descubrir y explorar nuevos resultados.

La condición humana y todo aquello que concierne a los personajes que interpreta en cada obra −ya sea en sus vivencias, experiencias, emociones, fantasías− son temas que desatan su proceso creativo. Sus tópicos recurrentes son la figura humana, rostros expresivos que transmitan diferentes sentimientos; acompañados, mezclados y fusionados con todo tipo de elementos y espacios que evocan situaciones diversas, reales, fantásticas e incluso surrealistas.

Originalmente, el pintor pensó en ser ingeniero, pero recapituló al respecto: “Cuando llegó el momento de tomar la decisión de cuál sería mi verdadera vocación y pasión, en la cual tenía que poner toda mi atención, tiempo y dedicación, dejé todo lo demás y me dediqué de lleno al arte”.

Dedicarse a esta disciplina, por supuesto, no es fácil para nadie. Monraz comentó a MAXWELL qué ha sido lo más satisfactorio que ha tenido en sus años dentro del ambiente plástico: “El hecho de poder vivir del arte durante más de treinta años de manera interrumpida, cada vez con mayor demanda −gracias a los coleccionistas−, y ser parte de una escena nacional, eso me da gran satisfacción”.

“Mi obra podría definirla en un género en el cual caven todo tipo de corrientes: realismo, figurativismo, expresionismo y surrealismo con toques de abstracción vanguardista y ecléctica”, dice. Considera muy importante para su pintura tener conocimientos del cuerpo humano, de la técnica, del color y de los materiales para que al abordar sus temas sean trascendentes y perdurables.

Monraz se encuentro abierto al aprendizaje y a nuevas influencias, afirma que eso nunca termina. “Mientras el artista esté dispuesto a recibir nuevos conocimientos y dejar a un lado otros que, en su momento, fueron aciertos y dar paso a otras nuevas formas de expresión en temática y resultados técnicos, siempre habrá tela de dónde cortar y lienzos donde pintar”, añade. Siempre buscando la libertad creativa, materializa lo que hay en su mente, pues huye de toda clase de tendencias.

“Aspiro a que mi puntura sea totalmente auténtica”.